LOS CUATRO DEGENERALES

HILATURAS

No es lo mismo hablar que hilar palabras
como tampoco coser que bordar.

Y cuando hilas palabras y forman brocados
o incluso alfombras tersas,
las hebras combinadas no solo cubren desnudez
le confieren sensualidad y misterio
pasión y desvelo.

Así es el idioma, como las telas,
burdas, rudas, suaves, exquisitas
o arte. ¿Cual prefieres?

Los Cuatro Degenerales

Extrajeron la sombra de la sombra,
dibujaron un viento con colmillos,
talaron el silencio hasta la ausencia,
quitaron a la muerte sus derechos,
liberaron las garras del sueño.
Pero más que eso: invadieron
de sombra las estrellas,
silenciaron la rosa y el helecho,
predicaron la muerte y de los sueños
permitieron tan sólo los andamios del miedo.
Y fueron mas allá: legislaron
en la amistad y en el vocabulario,
prohibieron la mano,
entraron en la conjugación más íntima del verbo,
amagaron la hostia y el vino.
Pero no les bastó y argumentaron
silogismos de duelo,
metáfora de pólvora y picana,
e4scolares geopolíticas municipales.
Y fueron más allá y crucificaron
la cruz y en la fuente del día
pusieron odio
y tres veces al hombre hicieron negarse.

Miradles por que aún están interrumpiendo
las calles de la vida;
están aún allí, con clarines de acero,
están aún devorando domingos;
miradles en su alquimia sigilosa
que aún están allí y construyen una muerte
/sin pétalos,
sin azar,
sin cansancio,
una cansada muerte que no entiende,
reloj que ignora el tiempo,
paso sin caminar,
nave sin ola.
Una muerte patíbulo que espera,
pero aún están allí,
miradles,
están allí, en mi patria,
árbol callado,
semilla empecinada,
Chile.

FERNANDO QUILODRAN (1936)

NOTA. He incluído éste poema que escribió Quilodrán cuando se dió el golpe militar en Chile en 1973 (la ilustración de Víctor Contreras Tapia corresponde a esa edición), por su actualidad y semejanza con el secuestro que han hecho de México y de los mexicanos, los delincuentes vulgares, ante la tremenda cobardía y respuesta tibia de las "autoridades" (entrecomillada por su condición caricaturesca) y nuestra apatía.

No hay nada nuevo bajo el sol.