CRÓNICAS DE TONTILANDIA 261208
MURALES
El famoso investigador pictórico Red Pigment supo de una obra mural de proporciones monumentales en una escuela oficial de nivel medio en la mismísima capital de Tontilandia, el Distrito Neuronal, así que tramitó su visa cosa que le llevó cerca de 3 meses (no hay trámite fácil ni rápido con dicha nación), compró su boleto de avión con Alton, Aerolíneas de Tontilandia y partió emocionado al sitio en cuestión.
Al llegar, se asombró por la manera tan amable pero tan boba que tienen sus habitantes de atender al visitante. Después de recuperar 2 veces su maleta, una de manos de otro pasajero y otra del maletero que quiso llevársela a su casa, se sorprendió mucho más cuando el taxista le cobró el triple de la tarifa oficial pues se perdió varias veces hasta llevarlo a su hotel.
Recibir improperios tontilandeses y azotar la puerta del carro de alquiler fueron una sola cosa, pero resignado y algo divertido entró a su hotel para darse cuenta que lo esperaban para el siguiente año. Una vez aclarado el entuerto y bajado la temperatura de su ánimo, se recostó en la cama de su habitación a meditar si hizo lo correcto al haber ido a Tontilandia.
Decidido a terminar con su investigación, al dia siguiente después de desayunar y comprar un mapa local, echó a andar a pie hasta la Escuela Tontilandesa Preparatoria y pidió hablar con su directora, quien le negó el paso a los murales que adornan cada uno de los salones, corredores, escaleras y auditorio. Nuevamente, tuvo que subirle la presión arterial al pobre Mr. Pigment llegando al color de su nombre.
Cuando la directora supo reponerse del miedo que le causó el güerejo ese, le permitió pasar a revisar las pinturas. Al entrar al aula que le señalaron estaba vacía en ese momento por remodelación, al Mr. Pïgment casi se le sale el corazón por la boca de tan espantoso grito. El conserje de la escuela, Eduardo Cura a quien todos conocen como Lalo Cura por sus desvaríos, estaba cubriendo con pintura blanca los valiosos murales que fueron plasmados a principios del siglo pasado por varios maestros inmortales del muralismo tontilandés.
Le detuvo la mano antes de que pudiera cubrir mas espacios del mural preguntándole al mismo tiempo el por qué de su barbarie: alelado por tal discursillo, Lalo tan solo supo responder: "A mi me mandó el maestro de éste salón a pintar todos estos monos tan feos".
El reporte que hizo Red Pigment a la prestigiada revista internacional Arts & Artists relata como enmedio de un tremendo mareo recogió sus pertenencias del hotel y en el primer avión salió con rumbo desconocido de esa nación llena de torpes y bobalicones.
Sólo ahí suceden éstas cosas. (¿O no? ya lo veremos la próxima semana.)
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