viernes, 30 de octubre de 2009

DE LA CAVA DEL PATRÓN. Los fantasmas.

Lucas prefiere los ambientes con luz tenue que los fuertemente iluminados y eso obedece a que cuando llegó con su familia a vivir a la nueva casa teniendo él 8 años, desarrolló una aprehensión por los fantasmas.


La casa construída con el estilo colonial mexicano, tenía una escalera hermosamente tallada en piedra negra, pero al caer la noche adquiría un carácter menos apacible y conducía hacia sitios enigmáticos. Así que al niño le imponía algo de temor y lo desconocido lo impactaba aún más.

Su hermosísima Madre le pedía invariablemente a las 8 de la noche que subiera por un mantel para cenar. El asustado escuincle temblaba ante la órden pero era impensable cuestionarla y mucho menos desobedecerla. Así que después de respirar profundamente, encendía las luces que iluminarían su camino. Primero la escalera, la estancia superior, el baño frente al closet de blancos y la recámara de al lado. Volviendo la cabeza constantemente, tomaba el mantel, cerraba rápidamente el closet, apagaba el cuarto, el baño, la estancia y bajaba de dos en dos la escalera, que regresaba a la oscuridad hasta que nuestro infante llegaba a salvo a su destino.

Muchas veces se cuestionó Lucas el motivo de su miedo y dedujo que era a lo desconocido, a que le saliera "algo" estando solo, por lo que trató de definir ese "algo" sin lograrlo. Finalmente, después de mucho pensarlo se decidió a probar lo era ese "algo". Cuando su hermosísima Madre le pidió el mantel del terror, a Lucas le temblaron las rodillas, le sudaron las partes sudoríparas y se estremeción todo, había llegado el momento.

Sin encender la luz, subió despacio cada escalón hasta llegar a la estancia superior; avanzó hacia el closet de blancos en medio de una oscuridad pavorosa; sin encender la estancia, ni el baño ni la habitación de al lado, abrió el closet esperando lo peor. Pero lo peor no salió, lo único que salió fué el mantel solicitado. Cerrando inmediatamente las puertas, corrió escaleras abajo con el encargo. Cumplió con el cometido, a salvo, derrotando a ese "algo" que jamás apareció.

A partir de ese momento, Lucas subió constantemente de dos en dos los escalones (práctica que conserva a la fecha), tomó cientos de manteles, sacó zapatos, chamarras o lo que fuese menester sin que se topara con "algo". Sus ojos se acostumbraron a los ambientes ténues y desarrolló una vista nocturna fantástica.

Todo, gracias a los fantasmas y al famoso "algo". ¡Ja!

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