EL 11 09
La fecha del 11 de septiembre (9/11 para los gringos, 11-S para los eshpañolesh) está grabada en la historia por los hechos terribles que demolieron las torres del WTC con todo y ocupantes, oficinistas y bomberos. Aunque para el pueblo estadounidense fue una afrenta y les enterró en los escombros la sensación de seguridad, ha sido una pálida respuesta a las atrocidades que han provocado alrededor del globo en el nombre de la libertad.
No es mi deseo burlarme o gozar de su tragedia, ya que sea provocada por ellos o no, es lamentable que mueran personas en actos vandálicos y horrorosos, sin importar quien empuñe el botón, hable inglés o árabe, alemán o japonés, español o italiano, mexicano norteño, cojteño, peninsular o el que sea. Lo que quiero anotar aquí es la escalada de violencia que genera la violencia. Se reproduce con fuerza propia y tan sólo acaba cuando los participantes se agotan. Es común que le diga a mi suertudota que la guerra entre palestinos e israelitas acabará cuando mueran los últimos palestinos e israelitas. Son asuntos irreconciliables, lamentablemente.
De la misma manera, es irreconciliable la forma en que los mexicanos nos gobernamos, nos agredimos y nos matamos. Nos robamos los unos a los otros y cuando los otros se distraen, los unos llegan a quitarles lo propio y lo que pueden. No hay modo en que ahora se pueda terminar con la violencia de las nuevas narco-empresas, pues su narco-negocio se ha expandido a nuevos narco-nichos, pues esas narco-bandas no solo trafican marihuana, coca, crack, anfeta y metanfetaminas. Ahora, extorsionan, secuestran, hurtan, ordeñan ductos de Pemex, le venden el petróleo robado a los gringos, asaltan en carreteras, en fin, lo que pueden. Ya no se limitan a una actividad.
Y nuestro gobierno está fascinado borrando la historia de los libros de texto, usan corrector líquido para que las nuevas generaciones no se enteren que los españoles llegaron hace muchos años a engañar y esclavizar a los naturales, que ya vivían aquí. Y que por taimados y faltos de escrúpulos, los mismos españoles iniciaron la gesta de independencia del imperio español, cuando los mexicanos estaba muy contentos con un rey. Prefieren los gobernantes mantener el esplendor de sus palacetes que corregir el rumbo de la economía, controlar la inseguridad, crear infraestructura y crecer, ser mejores. Pero tal parece que les gusta que seamos un país-bufón que entretenga a la audiencia mundial.
Así somos.
No es mi deseo burlarme o gozar de su tragedia, ya que sea provocada por ellos o no, es lamentable que mueran personas en actos vandálicos y horrorosos, sin importar quien empuñe el botón, hable inglés o árabe, alemán o japonés, español o italiano, mexicano norteño, cojteño, peninsular o el que sea. Lo que quiero anotar aquí es la escalada de violencia que genera la violencia. Se reproduce con fuerza propia y tan sólo acaba cuando los participantes se agotan. Es común que le diga a mi suertudota que la guerra entre palestinos e israelitas acabará cuando mueran los últimos palestinos e israelitas. Son asuntos irreconciliables, lamentablemente.
De la misma manera, es irreconciliable la forma en que los mexicanos nos gobernamos, nos agredimos y nos matamos. Nos robamos los unos a los otros y cuando los otros se distraen, los unos llegan a quitarles lo propio y lo que pueden. No hay modo en que ahora se pueda terminar con la violencia de las nuevas narco-empresas, pues su narco-negocio se ha expandido a nuevos narco-nichos, pues esas narco-bandas no solo trafican marihuana, coca, crack, anfeta y metanfetaminas. Ahora, extorsionan, secuestran, hurtan, ordeñan ductos de Pemex, le venden el petróleo robado a los gringos, asaltan en carreteras, en fin, lo que pueden. Ya no se limitan a una actividad.
Y nuestro gobierno está fascinado borrando la historia de los libros de texto, usan corrector líquido para que las nuevas generaciones no se enteren que los españoles llegaron hace muchos años a engañar y esclavizar a los naturales, que ya vivían aquí. Y que por taimados y faltos de escrúpulos, los mismos españoles iniciaron la gesta de independencia del imperio español, cuando los mexicanos estaba muy contentos con un rey. Prefieren los gobernantes mantener el esplendor de sus palacetes que corregir el rumbo de la economía, controlar la inseguridad, crear infraestructura y crecer, ser mejores. Pero tal parece que les gusta que seamos un país-bufón que entretenga a la audiencia mundial.
Así somos.
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