DE LA CAVA DEL PATRÓN: En la casa de los Munster.

La fantasía de Lucas siempre ha sido abundante y le chorrea por todas las neuronas. Cuando tenía 12 años, descubrió con sus amigos que una casa que estaba cerrada e inhabitada, tenía un tragaluz por donde podían deslizarse.

Los expedicionarios se subieron a la azotea brincando desde la casa del Joaco y pudieron descender al interior por el susodicho hueco. Encontraron una casona de tipo colonial, con azulejos de talavera y muchos detalles de cantera.

Así, inició una serie de aventuras a lo que los intrépidos exploradores compararon con la mansión de la Familia Munster.

Varias veces reunieron los elementos necesarios para sus incursiones, tales como lámparas, cuerdas, pastelitos y agua. Entraron a distinas horas, procurando que fuera al atardecer para que la mansión tuviera la luz mortecina que el programa televisivo siempre presentó.

Las aventuras transcurrieron principalmente en la mente de los chicos, que en la vida real, a pesar de estar constantemente de modo clandestino dentro de la casa. Hasta que un día, al bajar por el cubo de luz, encontraron lo que jamás esperaron ver: pruebas de que alguien mas había estado ahí.

Les corrió un sudor frío al leer en el polvo acumulado de la cocina las palabras amenazadoras "EL QUE HAYA ESTADO AQUI SERÁ MALDITO PARA SIEMPRE". ¡Changos! Y ahora, ¿qué haremos? se preguntaron los chamacos. Eran muy fuertes las palabras y la sentencia como para poder digerirlas con calma y sabiduría a los 12 años.
La reacción no se hizo esperar, de un brinco salieron todos por donde entraron, jurando y perjurando que no regresaría jamás. Incluso uno de ellos mas con la emoción de algo que jamás pasó que con honor a la verdad, aseguró haber visto un fantasma.

Pasados algunos días, decidieron intentar una nueva incursión, temerosos y cautelosos. Al descender por la entrada secreta, vieron para su sorpresa que el mensaje había cambiado. Ahora rezaba: "YA SABEMOS QUIENES SON, NO REGRESEN. SOMOS LOS PROPIETARIOS".

Ja, los dueños de la casa se enteraron de la entrada no autorizada y decidieron escarmentar a los niños, quienes al mezclar la advertencia con su imaginación crearon todo un mundo de terror.

Que linda es la vida a los 12.