viernes, 12 de diciembre de 2008

EN EL METNAL 121208

TEORIA DE LAS VENTANAS ROTAS

Un golpeteo extremadamente fuerte me despertó el dia de hoy de mi siesta (y si, tengo la enorme fortuna de dormir una siesta después de comer). Me llamó la atención pues no hay ninguna construcción en ninguna casa de la zona donde vivo y me aclaró mi suertudota que un tipo en triciclo estaba golpeando un gabinete frente a nuestra casa. Bajé y me di cuenta que era un recolector de metal, de los que vagan por la ciudad juntando cualquier metal para vender. Encontró un refrigerador en la calle y lo estaba destazando (hacer piezas o pedazos. www.rae.es) por lo que le pedí que no dejara basura en la calle. Me respondió (cìnicamente pues ya que por supuesto dejó lo que no le servía en la calle y vé tu a saber quien se lo llevará después) que no había problema y que tiraría al final los restos en un contenedor.


La imágen corresponde a un par de horas después de la breve charla. Y al ver lo que sucedió me hizo recordar a la Teoría de las Ventanas Rotas (gracias Watson por tu aporte). Hela aquí:

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo? No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores. Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes.

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: graffitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro.

Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de 'tolerancia cero'. La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York. La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad. No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe también aplicarse la tolerancia cero.

No se trata tampoco de la pena de muerte ni del ojo por ojo, (como algunos políticos oportunistas y pusilánimes de nuestro país han propuesto en estos días, imagina que te quieren hacer a un lado pues te fincan autoría de secuestro y te ejecutan irremediablemente), ni siquiera de bajar la edad penal, sino más bien un conjunto de ideas que debidamente aplicadas deberían resultar en un beneficio para cualquier sociedad. No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo.

Se trata de crear una comunidad limpia, ordenada, respetuosa de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana, como la que no tenemos ahora.

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2 comentarios:

A las 15/12/08, 19:53 , Blogger Jesús Salazar ha dicho...

En efecto, querido amigo, muchas de las ahora insostenibles cargas sociales que acarreamos hoy en día han sido el resultado de descuidar los detalles pequeños. Cito a mi cuñado, médico de prefesión y de convicción: "A las enfermedades como a los enemigos, no hay que dejarlos crecer". La ruptura de las reglas de convivencia es un enemigo social que se ha dejado crecer a tal grado que nos ha rebasado y ahora resulta que lo socialmente aceptado es la patanería, la actitud grosera y arrogante, el egoísmo exacervado, la absoluta falta de conciencia cívica... y la tolerancia a la misma. Ventanas rotas....

 
A las 16/12/08, 7:38 , Blogger LUCAS ha dicho...

Cuanta razón hay en tus palabras mi estimado Jesúsn, aunque difiero del hecho de que sean socialmente aceptadas tales degradaciones, diría yo son tontamente toleradas. Si fuésemos (los mexicanos) individuos socialmente mas desarrollados el hampa no hubiese encontrado terrenos tan fértiles, pero desafortunadamente somos socialmente descapacitados.

Pero a pesar de todo, aún hay tiempo, aún estamos a tiempo.

 

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