viernes, 15 de agosto de 2008

CRONICAS DE TONTILANDIA 150808

Cada semana que pasa, me enamoro más de la candidez de Tontilandia, de su gente, de sus políticos (en especial), de su polecía (dicho así suena orgullosamente tontilandés), de sus banqueros, de sus empresarios pero nunca había pensado como serían sus deportistas con la pléyade de pegostes llamados funcionarios de su comité olímpico.

En estos días de furiosa actividad deportiva mundial, Tontilandia ha aportado su parte pintoresca, destacando por su desenfado y gran humor, pero principalmente por su avidez comercial, llegan con dinero a manos llenas para el regocijo de los propietarios de tiendas y establecimientos en todo Beijing (Pekín para nosotros).

La nota chusca y surrealista, la ponen las decisiones (o falta de ellas) que los directivos tontilandeses realizan a la vista de todos sin el menor recato ni escrúpulos.

Las voleibolistas de playa tontilandesas salieron a competir como alemanas. O al menos a la distancia así parecía, puesto que debido a que los directivos responsables no tuvieron la delicadeza de averiguar cómo tenía que ser el traje para poder competir. Las tontilandesas, en lugar de poner atención a los detalles de su encuentro ante la potente dupla contraria, se vieron en la necesidad de conseguir de último momento dos trajes y como ya no había verdes acabaron vistiendo en su top los colores alemanes, negro con vivos rojos y oro.

“El uniforme de la marca comercial no lo pudimos usar porque de entrada no es una marca homologada por la Federación Internacional de Volibol (FIVB), después tenía la bandera de Tontilandia en el lugar incorrecto y el logo del Comité Olímpico Tontilandés (COT) no puede tenerlo por reglamento”, señaló una de ellas luego del partido que perdieron por dos sets a uno en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

La FIVB es muy estricta con los trajes de baño que admite en sus competencias. Saben bien que el éxito del volibol de playa es justo el pequeño espacio que ocupan sus uniformes y lo atractivo de estos. Por eso exigen que el traje esté autorizado. Detallan incluso los centímetros cuadrados que debe medir para cubrir sólo lo necesario.

Pero el asombro mundial terminó en carcajadas convulsivas cuando no se presentó un corredor tontilandés a su hit (prueba) eliminatorio de la competencia de 1,500 m ante un repleto Nido de Pájaro. Se pensaron y especularon con muchas razones que motivaron ésta conducta pero cuando se avisó que sus burócratas “olvidaron” inscribirlo a tiempo en la prueba, por poco provocan que el estadio se derrumbe por las vibraciones de todos los asistentes al reír.

Y se reveló uno de los secretos mejor guardados en el entrenamiento de maratonistas y marchistas de tan singular nación, pongo aquí una vista hecha a mano por la premura y falta de cámara fotográfica. ¿Reconoce usted a tan ilustre personaje que asesora al deportista? Es de gran alcurnia en la corte tontilandesa.

MAGÚ en La Jornada 150808.

Pero dígame usted, ¿acaso hay otro país en este planeta que pueda hacerlo igual?
Tontilandia para los tontilandeses.
(Afortunadamente. ¡Fíu!)

P.d. Concluyó la prueba de marcha y ni con tan venerable asesoría se pudo traer a Tontilandia esa medalla. El marchista confesó que le dieron agruras (¿miedo?) en el kilómetro 12 pues le puso mucha salsa a la pasta y como estaba muy condimentada le hizo daño, lo que lo retrasó. (Pero conociendo a profundidad a los tontilandeses, no me extrañaría que a esa pasta le hubiera puesto salsa con chile, aguacate, tortillas, pulque y una cervecita para amortiguar) ¿Será?

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