viernes, 29 de agosto de 2008

BITÁCORA DE LA CRONONAVE 290808

Paseando hace unos días con mis perras por el parque, Sabina, la matriarca Golden Retriever, encontró una oquedad. Estuvo olisqueando y gruñendo de manera extraña y como es la única a la que paseo con cadena, me jaló a donde me llamó mucho la atención un objeto brilloso, plateado, con destellos extraños pues no había luz que le incidiera, llegó como un gran consejo de un Ángel. Decidí regresarlas a casa y sacar el objeto en cuestión. Examinándolo en casa, encontré una carpeta de material platinado y bruñido como aluminio, ligero y frío al tacto. Encerraba por completo a un gran mazo de hojas acremadas, translúcidas y suaves en textura. Estaban completamente escritas de manera que dejaban ver una modernidad ajena a nuestro tiempo pero al igual, de antigüedad lejana.

Me impactó leer su contenido, era sobre un aparato para viajar en el tiempo, una cápsula, de ahí su nombre CRONONAVE y ese documento era su bitácora. Su capitán Matusalén Segundo Yankovich (vaya nombrecito, ¿eh?) fue el autor. Su primera crónica refiere a un futuro próximo al nuestro, a unos sesenta años donde entrevista a un habitante al parecer muy respetado en un mundo en desgracia. Impactante por lo que sufren y padecen a diario. De ahí la importancia de transcribirlo para ustedes:

CRONONAVE. Mandos cerrados a la segunda mitad del S.XXI. Nivel de combustible: alto. Alimentos: completos. Tripulación: completa, original. Animo: elevado al aparecer, bajo al partir. Transcripción del entrevistado. Estamos en el año 2070.


“Acabo de cumplir los 50, pero mi apariencia es de alguien de 85. Tengo serios problemas renales porque bebo muy poca agua. Creo que me resta poco tiempo. Hoy soy una de las persona más viejas en esta sociedad. Recuerdo cuando tenía 5 años. Todo era muy diferente. Había muchos árboles en los parques, las casas tenían bonitos jardines y yo podía disfrutar de un baño quedándome debajo de la ducha por una hora. Ahora usamos toallas humedecidas en aceite mineral para limpiar la piel. Antes todas las mujeres mostraban sus bonitas cabelleras. Ahora debemos raparnos la cabeza para mantenerla limpia sin usar agua. Antes mi padre lavaba el coche con el agua que salía de una manguera. Hoy los niños no creen que el agua se utilizaba de esa manera”.

“Recuerdo que había muchos anuncios que decía "CUIDA EL AGUA", sólo que nadie les hacía caso; pensaban que el agua jamás se podía terminar. Ahora, todos los ríos, presas, lagunas y mantos acuíferos están irreversiblemente contaminados o agotados. Inmensos desiertos constituyen el paisaje que nos rodea por todos lados. Las infecciones gastrointestinales, enfermedades de la piel y de las vías urinarias, son las principales causas de muerte. Los asaltos por un bidón de agua son comunes en las calles desiertas. La comida es 80% sintética. Antes la cantidad de agua indicada como ideal para beber eran ocho vasos por día para una persona adulta. Hoy sólo puedo beber medio vaso. La ropa es desechable, lo que aumenta la cantidad de basura; tuvimos que volver a los pozos ciegos (nota del capitán: fosa séptica) como en el siglo pasado porque las redes de cloacas no se pueden usar por falta de agua. La apariencia de la población es horrorosa, cuerpos desfallecidos, arrugados por la deshidratación, llenos de llagas en la piel por los rayos ultravioletas que no contiene la capa de ozono que los filtraban en la atmósfera”.

“Por la sequedad de la piel una joven de 20 años está como si tuviera 40. Los científicos investigan, pero no hay solución posible. No se puede fabricar agua, el oxígeno también está degradado por falta de árboles lo que disminuyó el coeficiente intelectual de las nuevas generaciones. El gobierno hasta nos cobra por el aire que respiramos, 137 m3 por día por habitante y adulto. La gente que no puede pagar es retirada de las "zonas ventiladas", que están dotadas de gigantescos pulmones mecánicos que funcionan con energía solar. No son de buena calidad, pero se puede respirar. La edad media es de 35 años. En algunos países quedaron manchas de vegetación con su respectivo río, que es fuertemente vigilado por el ejército. El agua se volvió un tesoro muy codiciado, más que el oro o los diamantes”.

“Aquí en cambio, no hay árboles porque casi nunca llueve, y cuando llega a registrarse una precipitación, es de lluvia ácida. Las estaciones del año están severamente transformadas por las pruebas atómicas y de las industrias contaminantes del siglo XX. Se advertía de que había que cuidar el medio ambiente y nadie hizo caso. Cuando mi hija me pide que le hable de cuando era joven, describo lo bonito que eran los bosques. Le hablo de la lluvia, de las flores, de lo agradable que era darse un baño y poder pescar en los ríos y en las represas, beber toda el agua que quisiese. Y lo saludable que era la gente. Ella me pregunta: -¡Papá! ¿Por qué se acabó el agua? Entonces, siento un nudo en la garganta. No puedo dejar de sentirme culpable, porque pertenezco a la generación que terminó destruyendo el medio ambiente o simplemente no tomamos en cuenta tantos avisos. Ahora nuestros hijos pagan un precio alto. Sinceramente creo que la vida en la tierra ya no será posible dentro de muy poco porque la destrucción del medio ambiente llegó a un punto irreversible. Como me gustaría volver atrás y hacer que toda la humanidad hubiera comprendido esto, cuando todavía podíamos hacer algo para salvar nuestro planeta Tierra. ¿Pueden ustedes llevarme?”

Decidimos dejar a los habitantes de 2070 con los problemas de 2070, esperando que los habitantes de principios del S.XXI puedan cambiar el curso de la historia.

Fin del reporte. Cap. Matusalén Segundo Yankovich.

Nota del Editor: Documento publicado en la revista Crónica de los Tiempos de abril de 2002.

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