sábado, 5 de octubre de 2013

LA FÓRMULA DEL AMOR.

Sin importar el momento, la edad (experiencia propia, ja), situación marital ni sexo, cuando el amor llega, irrumpe en tu vida con una explosión sensorial ingobernable. La sudoración se torna mas copiosa, se acelera el ritmo cardíaco y por ende, la oxigenación de todo el cuerpo; se envían alertas a los centros sensoriales y erógenos, que en combinación con el consumo goloso de oxígeno y carbohidratos  producen un estado de receptividad sexual. El pensamiento se obstruye y el deseo de estar junto a la persona amada es irrefrenable. Son muy conocidos los casos a nivel mundial y en cualquier ámbito en donde las personas han renunciado a riquezas, bienestar e incluso a una corona imperial como en el caso de Eduardo VIII del RU.

En algún momento de nuestra existencia hemos estado enamorados o podremos entrar en esa dinámica. Y no es una situación única, no es como algunas vacunas o enfermedades de aplicación única. De hecho, existen registros de personas de actividad tan relevante que quedaron inmortalizadas en la historia y el cine como eternos enamorados, como el caso de Giacomo Girolano Casanova, quien en su autobiografía se ufanó de haber conquistado el corazón de 132 damas.

Existen variaciones en este fenómeno de acoplamiento entre los seres humanos como la homosexualidad, la promiscuidad, algunos poco comprendidos como la zoofilia y el rechazo que causan todas ellas tanto en la moralidad como en las religiones, aunque abundan los ejemplos en la naturaleza lo que le impide a la nuestra especia tener la exclusividad. Es fácil reconocer cuando una persona ha nacido como mujer en el cuerpo de un hombre, cuando un hombre nace en cuerpo de mujer, así como los comportamientos muy definidos que crean y/o modifican las conductas sociales, como al encontrar hombres y mujeres fieles e infieles, debido al carácter personal de ser hombres y mujeres de una sola mujer o un solo hombre, contrastando con aquellos hombres y mujeres de muchas mujeres y hombres.

Pero todas estas "mariposas" estomacales, las sensaciones y temblores corporales, ensoñaciones, fuentes de inspiración de poetas y músicos, han generado horas incontables de emociones y ríos de tinta vertidos al debatir su origen, siendo atribuido según la disciplina que lo encare, a diversas fuentes: la religión, a designios divinos (con lo que maldita la cosa eso quiera significar); la filosofía, a la naturaleza y finalidad del corazón debatido con la razón; de la sociedad, bajo sus leyes y únicamente sus leyes; de la moralidad, con los muy estrechos límites que alguien ha dictado como únicamente válidos; pero la ciencia, ah la ciencia, ha dejado ver el mecanismo único y verdadero: LA FÓRMULA DEL AMOR.

Resultan ser dos los elementos personales que provocan una inevitable atracción a la pareja de alguien: la inhibición y la confianza en uno mismo. Esas dos conductas provocan un impacto enorme en la contraparte (fijarse bien que no mencioné sexo ni edad, ni condición) pero se reducen a una sustancia que provoca esas formas de proceder: LA OXITOCINA. Una molécula compleja que funciona como un facilitador de las relaciones humanas. Se le reconoce como la "hormona del apego" y abunda durante el embarazo, creando el lazo irrompible entre madre e hijo.



En la Universidad de Concordia de Montreal (Canadá), se condujo un experimento en 2011 agregando a un vehículo líquido, cantidades significativas de OXITOCINA. Envasándolas en atomizadores, se les disparó en la nariz a individuos reconocidos como tímidos y a otro grupo (de control), se les disparó igualmente pero sin la hormona a modo de placebo. Los resultados en el proceder del primer grupo asombró a los investigadores, quienes tuvieron que reconocer que la conducta de este grupo se modificó radicalmente en sentido opuesto.

Así que, mis amigos, el responsable del amor, el cupido real, las mariposas en el estómago son nada más ni nada menos que una reacción química. Les presento la FÓRMULA DEL AMOR.
 
Válgame Dior, de lo que se entera uno hoy en día...


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2 comentarios:

A las 15/10/13, 7:57 , Blogger Ninett ha dicho...

Es muy interesante encontrar a la oxitocina como la fórmula del "apego", y que ésta sea la causa o una de las causas del enlace entre madre e hijo... pero no me aclara qué sucede en los casos en que no existe tal apego, al menos no de inmediato, como en el mío, en que si bien mi cuerpo reaccionaba a las necesidades de mi bebé, el apego o amor lo construí conforme convivía con él, y sí, me enamoraba de su ser. Quisiera pensar que el amor, en su aspecto físico químico, es más complejo que la oxitocina, y que ésta es parte del rompecabezas. O cuál será la fórmula del "desapego" y y de la "resistencia" a querer ser conocidos para ser controlados. ¿Cómo comprobar, alguien como yo que no soy científica, lo que "investigaciones" aseguran? De cualquier forma su escrito da para pensar en términos de ciencia ficción, ¡imagínese encontrar la fórmula para tanta -a veces- angustia provocada por la química entre dos personas! Y encontrar la fórmula para el apego sano, si es que existe algo así. En agradecimiento de que nos comparta sus pensamientos, le dejo un video que espero le parezca interesante. http://www.dailymotion.com/video/xu1amv_de-repente-mi-cuerpo-eve-ensler-v-o-s_school#.Uetxgcu9KSM

 
A las 15/10/13, 9:20 , Blogger LUCAS ha dicho...

Gracias Ninett por sus reflexiones, las cuales son muy interesantes y justificadas. Inicialmente, el desapego o desamor, ocurre con la falta de oxitocina en casos concientes. Pero en el suyo, de manera natural al no aparecer esa hormona, no se desarrolla sino hasta tiempo después. Son acciones aún muy complejas para el conocimiento humano y apenas estamos descubriendo sus mecanismos. Ojalá lleguemos a conocer en esta vida mas al respecto. Y gracias por la liga.

 

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