sábado, 22 de enero de 2011

EN EL METNAL. Ruby.

¿Recuerdas algo importante que hayas hecho cuando tenías 6 años? No es difícil pues es la edad en que asiste uno por primera vez a la escuela primaria. Yo recuerdo que la noche anterior a ese día, me encontró mi Madre agitando fuertemente los cordones de las cortinas. Y cuando preguntó por qué hacía yo eso, le respondí que estaba haciendo ejercicio para ir al día siguiente al colegio.

Y si no recuerdas lo que hacías a los 6, no es para mortificarte pues para eso está Ruby. Ella tenía 6 años y era el día previo a su primer asistencia al colegio en Estados Unidos, para mayor precisión en el estado de Lousiana. Su escuela William Frantz apareció pronto en la ventanilla de la patrulla que la llevó a ese primer encuentro con su formación, bajó escoltada por alguaciles federales para asegurarse que se cumpliera la órden de la corte suprema de justicia de ése país. Y es que ésto pasó hace cincuenta años.

Porque Ruby era negra en un mundo profundamente racista.


Todo el año estuvo sola pues los padres blancos de los niños blancos no querían que sus hijos estuvieran cerca de ella. Por ser de piel negra.

Ruby fue la primera niña negra en asistir a un colegio de blancos, quebrano la segregación racial existente y abriendo el camino para los demás. Y hoy, a 5 décadas del hecho, relata su sentir: "Recuerdo que ese día todo el mundo parecía estar muy emocionado. Los vecinos vinieron a la casa en la mañana para ayudarme a vestir para la escuela. Alguien golpeó a la puerta y cuando mis padres abrieron pude ver unos hombres blancos muy altos en trajes, con bandas amarillas en los brazos. 'Somos policías federales. Nos ha enviado el presidente de Estados Unidos'. Estaban ahí para escoltarme a la escuela".

"Entré al auto con ellos. No sentí miedo. Llegamos a la escuela y había cantidades de personas en frente y agentes de policía a caballo y en motocicletas. Todo parecía como un gran evento. Viviendo en Nueva Orleans, pensé que se trataba de las fiestas de Mardi Gras. Jamás imaginé que todo eso era por mí. Los policías federales me tomaron y me metieron rápidamente en el edificio hasta la oficina del rector. Vi como la gente de afuera entraba apresurada y me miraban por la ventana, gritando. Fueron a todas las aulas para sacar a sus hijos. Se los llevaron a casa y nunca los dejaron regresar. Siempre hubo gritos y más gritos. Unos aparecían sosteniendo una pequeña caja, que era un ataúd de bebé en el cual habían colocado una muñeca negra".

"Cuando regresé el segundo día, la escuela estaba vacía. El rector me esperaba en el descanso de la escalera y me indicó dónde quedaba mi clase. Cuando entré vi una mujer que dijo: 'Hola, soy tu maestra -mi nombre es Sra. Henry'. Lo primero que pensé fue, '¡Es blanca!', porque nunca había tenido una profesora blanca y no sabía qué esperar".

"Me sentía muy sola. Creo que eso fue lo peor, tener seis años y ningún amigo. Muchas veces me preguntaba '¿Por qué yo?', pero a medida que crecí me empecé a dar cuenta del significado de '¿por qué no yo?'. Ahora me siento feliz de lo que sucedió. Me siento orgullosa de que mis padres aceptaron que fuera a esa escuela. Como afroamericanos en ese entonces, la gente pensaba que si realmente querían ver cambios, tendrían que tomar el toro por las astas ellos mismos y eso fue lo que hicieron. Pero siempre le digo a la gente que hay mucho más camino por recorrer. Creo que uno se debe preguntar: ¿Qué he hecho yo?', porque eso es lo que se va a necesitar, que cada quien afirme 'Esta es mi contribución, esto es lo que voy a hacer'".

Y después de 50 años, Ruby se reunió con su maestra, la Sra. Henry a quien siempre consideró como su segunda madre.

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