viernes, 17 de diciembre de 2010

DE LA CAVA DEL PATRÓN. Dormir Menos


Durante una noche falta de sueño, Lucas miraba fijamente al techo con sus diez años a cuestas analizando el porqué era necesario dormir cuando había tantas cosas por ver en la vida. Imaginó lo que sería salir a jugar durante la noche, en vez de pasar tantas horas acostado.

Y no era insomnio ni enfermedad la que acosó al niño esa noche. Era una combinación genuina de curiosidad intelectual y retraso en la función de descanso. Adaptando su visión a la oscuridad pues la casa completa estaba en la función "DORMIR" por órdenes maternas, no había luz alguna encendida. Así que doblando los brazos bajo la cabeza, esperó pacientemente a que se fueran revelando patrones en el tirol del techo. Y tuvo tiempo suficiente para sembrar en su mente creativa la pregunta: ¿Para qué dormir si hay tanto que ver en la vida?

Empezó analizando la necesidad de caer en somnolencia y concordó con el hecho de que era una manera conveniente de recargar baterías, pero ¿tanto tiempo? Había aprendido en la escuela y en labios de su hermosísima Madre que los niños requería forzosamente de dormir entre 8 y 10 horas diarias. Caramba, pensó, es entre la tercera parte hasta casi la mitad de un día por lo que pasaría demasiado tiempo de su vida en inconciencia, sin saber lo que ocurría a su alrededor.

Eso, fue algo que no estuvo dispuesto a hacer ni a permitir. Un pensamiento iluminó como poderoso reflector a su cerebro, a falta de cualquier luz artificial. Lucas dormiría menos compensando las horas no dormidas con un sueño mucho más profundo. Claro que era más fácil decirlo que hacerlo por lo que continuó la vigilia ideando la manera de lograrlo, hasta que se dió cuenta que era necesario empezar por un relajamiento para llevar tanto a su cuerpo como a su mente hacia en descanso de menos horas pero con mayor efectividad.

Imaginó que estaría bajando una escalera marinera con cuenta regresiva de diez a cero para imaginar que desde la coronilla empezaba la soltura, abandonando el cansancio hacia la parte baja del cuerpo pasando por hombros, torso, brazos, piernas y saliendo por los dedos de los pies. Ahí, iniciaría el retorno hacia arriba de la escalera contando de cero a diez y ordenando a su ser el descanso reparador.

A partir de esa noche, Lucas duerme entre 5 y seis horas diarias a profundidad, habiendo generado un reloj biológico asombrosamente exacto que le devuelve a la vida faltando 15 minutos para las seis de la mañana. En ese instante, brinca de la cama como si quemara y no regresa hasta pasada la media noche.

Vaya cosa tan rara, ¿verdad?

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