domingo, 12 de septiembre de 2010

EN EL METNAL. Viajar



Viajar ilustra, dicen desde hace muchos años aquellos que han tenido la oportunidad de visitar sitios distintos. Y tienen razón pues la cotidianeidad es bastante cómoda pero termina por aburrir y el aburrimiento mata. Salir ocasionalmente le da sabor a la vida, le cambia el color y crea diferentes puntos de vista.

Pero viajar provoca cambios sustanciales, pues el periodo de andanzas muestra escenas diferentes, en todos aspectos: idioma si el periplo es tan largo, horario, tiempos de sueño, comidas distintas y fuera de tiempos, energías derrochadas y la enorme satisfacción de percibir realidades ajenas.

Actualmente, los viajes son sumamente cómodos diga lo que se diga cuando lo compraramos con las peripecias que tenían que ejecutar nuestros ancestros pues los movimientos se daban invirtiendo tiempo. Los artefactos para el caso eran caballos, carretas y barcos. Cuando el avión apareció cambió toda la percepción de los viajeros dado que el desplazamiento brincaba la limitación del tiempo, podía uno aparecer en cosa de horas en el otro lado del planeta. Y con ello se desató una migración a escala planetaria, generando reacomodos humanos como nunca antes se había visto. Además, las comunicaciones son instantáneas, con el advenimiento de la TV, telefonía celular y el internet, el mundo está más a ala mano ahora.

Y para aprovechar mejor el tiempo, es posible obtener un gran cúmulo de datos en la computadora portátil y así saber de antemano que sitios visitar. Y eso creó otro dilema: cargar con la parafernalia moderna. Hoy debemos incluir en la lista de artículos a cargar todos los cables, cargadores, manuales, baterías y aditamentos que requieren la computadora portátil, la cámara de fotografías, la de video, los celulares, los PDA's, el almacenamiento, los adaptadores de corrriente pues no toda es igual en el planeta y un montón de chucherías que llenan la maleta y su báscula.

Y se enfrentan en cruenta batalla los contenidos de la maleta contra las condiciones de las aerolíneas; debido a los altos costos de combustibles y la obligatoriedad de "eficientar" (siempre he considerado horrible esa conjugación) por parte sus directivas, las restricciones en el peso reducen drásticamente lo que habrá de acompañarte en el viaje. Y si eres mujer, caramba que la cosa se pone peor: hay que bajar del maleterío artículos de primerísima necesidad como las tenazas para alaciar el cabello; la segunda secador que es la portátil (como si la grande no lo fuera); la bata mullida para salir del baño, cambiarla por la ligera que es más cómoda y tenderla para que seque; tres pares de zapatos que combinarían con un pantalón que también se tuvo que quedar; ninguna de las cremas, filtros solar, adititivos para el cabello ni elementos para el peinado pudieron ser eliminados; y, ¿qué decir de las distintas toallas que ocupan? la del rostro, la del cabello, la toallita de los pies y la que sirve para todo, además de la enorme para el cuerpo.

Definitivamente que no podemos cargar hasta con el perico, así que la prudencia es el mejor consejero y hay que adaptarse, ser flexibles es la regla y entender que vamos a la aventura, muy bajo control, pero aventura al fin.

Disfrutemos pues, de los viajes.

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