domingo, 12 de septiembre de 2010

EL FUMARIUM. Las Visitas


Cuando vives en un sitio turístico, como es mi caso, estás muy acostumbrado a que te visiten. Padres, hermanos, primos y amigos. Muchas personas llegan con la idea de pasar unas buenas vacaciones en un lugar privilegiado pero a un costo muy bajo.

Y tienen toda la razón, pues para estámos la familia o los amigos. Llegan a casa y nos hacemos bolas, nos acomodamos como mejor podamos para mantener en un grado decente la comodidad del hogar y su funcionalidad. Todos debemos ceder algo: los anfitriones, privacidad, comodidad, tiempos y espacios; los visitantes, un tanto de lo mismo y saber soportar incomodidades. Sabemos muy bien cuando se da la visita que los recién llegados no tendrán un ritmo y costumbres como en su casa. Pero dada la naturaleza de las circunstancias, se adapta todo el mundo.

Pero en mi caso, en éste caso, soy el visitante. Soy el intruso en los hogares de mis hijos. Por vez primera me debo adaptar a su vida cotidiana, tengo que ir a su ritmo y hacer cosas según sus costumbres. Y una de esas adaptaciones tiene que ver con la diferencia fisica de horarios pues mientras que en mi casa el sol sale en ésta época del año a eso de las 06:10, en la ciudad de mis hijos, lo hace una hora más tarde.

Geográficamente estamos recorridos una hora. Y dado que ayer apenas llegamos su madre y yo, pachangueamos con la irresponsabilidad de las vacaciones, hicimos un alimento rápido por haber viajado todo el día y nos fuimos a ver un juego de futbol al estadio. Salimos a cenar y nos retiramos a descansar después de media noche.

El blog, tuvo que esperar. Y para éste instante en que escribo, ya es sábado, 07:00 horas y la ciudad duerme aún, hay penumbre, mi hijo dormita y su perro, Sac (un bull terrier de lo más gentil) me acompaña en el comedor. Mi mujer, se quedó en casa de mi hija para que la visita les tocara a ambos. Aún no me he conectado al internet y esa es la razón por la que LA CABEZA DE LUCAS no ha llegado a la blogósfera.

Más tarde, saldremos a visitar un terreno que se agenciaron mis hijos por las afueras de la ciudad y quedará documentada, pero mientras tanto, espero escribiendo tratando de no forzar a las costumbres ajenas, de lazo directo, pero ajenas.

Chihuahuas con las visitas, diría mi sobrina Camila...

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