viernes, 17 de septiembre de 2010

DE LA CAVA DEL PATRÓN. Motoavalancha.


Dado que en el grupo de amigos había dos motocicletas unicamente, hubo que inventar alguna forma de diversión para todos, más allá de cargar en el asiento con un pasajero. Y pronto pero muy pronto surgió la gran idea.

Aún conservaban sus coches de baleros de la infancia y con un par de cuerdas completaron el proyecto. Amarraron los coches a las motos y con dos cabalgando en cada una, podrían arrastrar a un tercero siendo seis lo que pasearían en con dos caballos de hierro.

Pero de la idea original a las carreras moto-cochizadas fue un lapso muy breve. Las antiguas pistas pintadas con gis o ladrillos, de media cuadra, con curvas cerradas, brincos en las banquetas y rectas cortas, se transformaron por la potencia motorizada a una cuadra completa. Se pudo acelerar vertiginosamente en rectas largas, tomar curvas muy rápidas haciéndose necesarios cascos, hombreras y casi todo el equipo de un jugador de futbol americano (Lucas jamás ha podido entender como se le nombró a ese juego futbol, pues lo que menos hacen es tocar la pelota con el pie, ay los gringos).

La temporada de carreras moto-cochizadas estaba en la fase preparativa reuniendo los implementos de seguridad, definiendo los circuitos y dada la diferencia de tamaño entre la mini-moto de Lucas y la Enduro de Pompillo, había que equilibrar fuerzas. Poco a poco, todos estaban haciendo equipos, el jinete de la moto y el piloto del coche; determinando estrategias para tomar curvas, frenar juntos, acelerar y tratar de ganar.

Pronto llegó la fecha inaugural, los dos equipos estaban listos y la pista de doble carril, marcada con color ladrillo. La emoción flotaba en el ambiente y los chicos exudaban impaciencia.

Mientras tanto, sin saberlo el grupito de púberes, la policía secreta materna hacía pesquisas aceleradas a fin de averiguar lo que los chavos traían entre manos. Suposiciones, conjeturas, atar cabos y el empleo infalible de los sensores de madre, produjeron su resultado a tiempo. La hermosísima Madre de Lucas interrumpió la parrilla de salida, justo en el momento en que las motos aceleraban sus motores con la primera velocidad engarzada, el clutch apretado por manos temblorosas y los pilotos ataviados más para una guerra que para una carrera, bloqueó Doña Lupita la partida obligando a los pilotos infernales a cancelar el proyecto.

"Muy peligroso, irresponsables, ¿qué no se dan cuenta?, chamacos éstos, le voy a decir a sus padres" y muchas otras razones ametrallaron a los chicos que ya habían abortado la salida, apagado sus motores, removidos los cascos y desinflado el ánimo.

Sin embargo, se habló durante semanas de lo emocionante que fué y lo que pudo haber sido, accidentes incluídos.

Chin, otra aventura desmantelada por el radar materno.

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