DE LA CAVA DEL PATRÓN. Final México 70.
Las gradas estaban repletas de aficionados, ruidosos, exaltados y emocionados por ver una semifinal de alarido. En un estadio Azteca rebosando de una mezcla abigarrada de culturas, colores y sonidos, se esperaba con ansias desmedidas el pitazo inicial del árbitro Arturo Yamasaki el 17 de junio de 1970. Lucas, su hermano Ed y su padre, el recio Ing. Saint-Martin formaban parte de esa multitud enardecida que estaba a punto de presenciar el llamado posteriormente "Partido del Siglo".
Italianos y Alemanes se enfrascaron en una batalla ardiente, tanto en lo deportivo como en lo climático, luchando en cada minuto por vencer a su adversario, pasando por encima del agotamiento pues duró 120 minutos, lesiones como la de Franz Beckenbauer y un impulso rayando en el paroxismo de todos. Una buena parte del público se decantó por Alemania y se unieron, incluyendo a Lucas, su hermano Ed y a su recio padre por el apoyo al calvito Uve Seeler en un grito constante y que duró más de treinta minutos: ¡UVE, UVE, UVE! sin atinar que los germanos gritaban UFE, UFE, UFE, por eso de la pronunciación. 4-3 vence Italia y se mide con Brasil.
La final la vivieron los tres como ningún partido anterior, a pesar de que el anterior fué extraordinario. Lucas, su hermano Ed y su padre disfrutaron la samba brasileira que terminó por opacar a la tarantela italiana. Las gradas vivieron una felicidad atorrante, un romance intenso y efímero por un equipo que ganó, por su equipo que ganó. A partir de ese mundial, México adoptó a Brasil como su segunda selección. Y las genialidades de Gerson, Jairzihno, el cañón fulminante de Carlos Alberto acompañando a O Rey Pelé, le dieron nombre definitivo a la copa Jules Rimet.
Lucas, su hermano Ed y su padre, el recio ingeniero Saint-Martin regresaron a su casa eufóricos, colorados, afónicos y acalorados con un registro indeleble de la final del campeonato mundial de fubol México 1970. Recuerdo permanente y compartido por los tres.
La final la vivieron los tres como ningún partido anterior, a pesar de que el anterior fué extraordinario. Lucas, su hermano Ed y su padre disfrutaron la samba brasileira que terminó por opacar a la tarantela italiana. Las gradas vivieron una felicidad atorrante, un romance intenso y efímero por un equipo que ganó, por su equipo que ganó. A partir de ese mundial, México adoptó a Brasil como su segunda selección. Y las genialidades de Gerson, Jairzihno, el cañón fulminante de Carlos Alberto acompañando a O Rey Pelé, le dieron nombre definitivo a la copa Jules Rimet.
Lucas, su hermano Ed y su padre, el recio ingeniero Saint-Martin regresaron a su casa eufóricos, colorados, afónicos y acalorados con un registro indeleble de la final del campeonato mundial de fubol México 1970. Recuerdo permanente y compartido por los tres.
Etiquetas: 20100702, DE LA CAVA DEL PATRÓN
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