viernes, 5 de febrero de 2010

DE LA CAVA DEL PATRÓN. Nohoch.


Salir a carretera para festejar un cumpleaños, rompe con lo tradicional, por lo que, como dice una amiga de Lucas, con David y JL ese día "se salieron totalmente de la Matrix". Y cómo no hacerlo, era el festejo L, con L de Lucas, L de Luis, L de cincuenta.

Un día maravilloso para tomar carretera, unos 90 Km al sur de Cancún pasando el poblado de Chemuyil, está el ejido Jacinto Pat hogar de una zona mágica plagada de verde, selva cerrada, fauna abundante y maravillas subterráneas. Al llegar, se instalaron a gusto, sabroso con Arturo "el Gallito", viejo camarada.


Una comida a base de barbacoa que JL preparó sirvió para nutrir a los cuatro fanáticos (claro que son fantásticos, pero más amantes de la diversión) y sin pensarlo mucho, llegó la noche y con ella, el momento para vivir la gran experiencia para ese día: un ritual completo de temazcal. Subirse en la camioneta, brincando entre risas por el camino agreste, les llevó unos cuantos segundos y arribar al sitio, unos minutos. Gabriel, su anfitrión, ya les esperaba. Visita al lugar, clases express de caracol (juntar labios, soplar haciendo trompetillas y probar) y despojarse de toda indumentaria innecesaria, les preparó para el momento. Noche negra, con luna llena y ánimos encendidos. Se pidieron permisos a los dioses frente a un altar, se libó el vino ceremonial y se tocaron los caracoles hacia los cuatro puntos cardinales. Y adentro van los cuatro fanáticos, acompañados por Gabriel y una pareja más. Cuatro puertas cuatro hicieronlos sudar ríos, dejando sus malestares quien sabe donde. Baño en el cenote y fruta fresca al final.

El regreso se enmarcó con un silencio respetuoso, abrazados por el encanto de la noche y el cansancio de un día irrepetible. Cenar y dormir fueron casi uno.


Al otro día, temprano llegó un visitante: solovino; hora del desayuno y listos para el río subterráneo. Bajaron por un agujero estrecho en la tierra, para encontrar que los ojos de nada servían, era oscuridad total. Sin embargo, poco a poco luces mágicas dejaron ver la maravilla que se extendía frente a ellos. Algunas instrucciones y a recorrer el lugar que a Lucas le recordaba más una catedral magnífica que las entrañas de la tierra. Navegando con calma en aguas tranquilas y prístinas, vieron los cuatro fanáticos formas y cavernas que ni la imaginación más alocada pudiera componer. La naturaleza tiene lo suyo.

Al regreso, "el Gallito" los premió con birria. Lucas preparó para la comida tres platillos tres en una parrilla cuando el cielo abrió el grifo y la genialidad de Arturo se evidenció al guardar la zona del guiso con una carretilla. Fantástico, creó un horno en un minuto que llenó de sabor al pescado, setas y cerdo.


Finalmente, todo lo que empieza acaba. El regreso fué entre lluvia y satisfacción. Un festejo digno de la era L, con L de Lucas, L de Luis, L de cincuenta.

Ajoma Tacuyatzin.

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