viernes, 22 de mayo de 2009

EN EL METNAL. Algo hicimos mal.

Si, algo hicimos mal. Corrigiendo, mucho hicimos mal, entre lo que se hizo incorrectamente y lo que dejó de hacerse. Latinoamérica sufre de un mal común y es lo mal hecho. Los países integrantes de ésta zona del planeta nos distinguimos por características muy diversas, algunas divertidas, otras geniales pero las negativas sepultan dramáticamente a las demás.

Ya no es necesario pensar que en el siglo XVIII en nuestras naciones había mas universidades que en los Estados Unidos, hoy es al contrario. Y no hace mucho, 50 años nada mas (1959 que no se ve tan lejano) México era mas rico que Portugal, hoy ya no. Brasil tenía un ingreso por persona mas elevado que Corea del Sur, hoy ya no. Honduras tenía mas riqueza per cápita que Singapur, hoy ya no.

Pero, ¿en qué nos hemos equivocado tan flagrantemente, tan estúpidamente?

Existe un aspecto que origina todo y resume perfectamente nuestros males: la educación. Mientras menos letrado es un pueblo, menos posibilidades tiene de crecer. Mucha mano de obra barata, pocos cerebros creativos. Y lo vimos recientemente con el teatro llamado Contengencia Sanitaria y su obra cumbre: VIRUS DE INFLUENZA PORCINA. México pagó la factura por la falta de educación científica, desarrollo e investigación biológica. Ya se entregó la cepa virulenta para su estudio, el extranjero sea EEUU, Canadá o paises europeos habrán de desarrollar la vacuna que encantados de la vida la "entregarán" a nuestro país con su respectivo pago en dólares a tasas de interés estilo banco mundial.

Y si crees que no es así, simplemente analiza que el promedio de nuestra población solo estudia 7 años, es decir, la educacón báisca o primaria. Y es el promedio en América Latina, no así entre los asiáticos, estadounidenses, canadienses y mucho menos, los europeos.

Piensa que de cada 10 estudiantes de secundaria, en algunos países latinoamericanos termina tan solo uno, UNO.

¡Qué representa ésto en la práctica? Pensemos en nuestra casa como un país, con sus reglas que pueden llamarse leyes, habitantes y políticas de conducta. En tu casa, entra un mozo de 10 años a trabajar pues no tiene manera de sobrevivir en su lugar de orígen, así que es un inmigrante en tu país. Tu decides que no vale la pena esforzarse por alguien que no es de tu familia, no lleva tu sangre y mas bien encuentras conveniente que haga tareas que no harían ni tu esposa, ni tus hijos ni tú. Le pagas una bicoca, trabaja 12 o 14 horas diarias y el domingo le exiges que antes de salir a dar la vuelta, lave los autos de la casa y regrese no mas allá de las 6 de la tarde pues el lunes comienzan las jornadas de trabajo muy temprano.

Piensa, ¿qué estás haciendo con esa vida, con ese ser humano? Le estás cortando las alas, pues por explotarlo, por querer obtener más trabajo por menos dinero, evitas que un ser humano se desarrolle, crezca, se eduque y produzca para la humanidad en su conjunto. Sólo será para tí la producción, el beneficio de su trabajo. Pero volando con la imaginación, si se le permitiera a ese cerebro el crecimiento cognoscitivo, incluso en agradecimiento, a veces por confianza o hasta por conveniencia, podría ser tu socio al llegar a la edad adulta y dejarte mucho mayor beneficio que tan solo lavarte tus autos o el patio.

Así proceden todos los gobiernos latinoamericanos con el grueso de la población que es la más necesitada.

América Latina en su conjunto gasta anualmente $50.000 millones de dólares en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? ¿Contra quienes lucharán esos ejércitos?

El verdadero enemigo es el analfabetismo, la desinformación, la des-educación intencional. Pero el dinero para combatirlo, es el más raquítico, el menos útil y el codiciado solo por los sindicatos de maestros.

Eso, es lo que hemos hecho no solo mal, lo hemos hecho estúpidamente y hemos formado nuevas generaciones así: ESTÚPIDAS.

Basado en el discurso del Presidente Oscar Arias en la Cumbre de las Américas, Trinidad y Tobago 18 de abril del 2009.

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