viernes, 13 de marzo de 2009

LOS PELIGROS DEL RANCHO



De todas las veces que Don Pepito y Doña Lupita fueron de visita, algunas terminaron en daños y accidentes de consideración. Afortunadamente, solo la abeja vengadora se metió con Lucas, el resto le afectó a otros.

Lucas bajó corriendo, resbalando por la calzada principal del Rancho "El Volador" de Louis Vernier, ya que estaba cubierta de tezontle suelto (El Tezontle es una roca volcánica extrusiva de color rojo. Es un bióxido de hierro; su textura es vesicular, burbujeada y porosa). Llegó jadeando hasta donde estaba su amigo, el hijo del caporal. Salieron los dos cuates corriendo hacia los sembradíos de alfalfa, pues el descubrimiento ameritó pronta antención: un cuchillo oxidado de gruesa forma, que desenterró el arado. Seguramente, producto de la lucha revolucionaria mexicana, que había concluído cuarenta años atrás.

Pensando en que sería un juego bastante divertido, tomaron la daga vieja, de color café y escogieron un gran pirúl de tronco amplio como diana para arrojarlo, pensando que se clavaría limpiamente. Lucas ganó el "chin-chan-pú" (hoy conocido como "piedra, papel o tijera") por lo que inició el asunto. Cada intento rebotaba aleatoriamente al puñal, hasta que su amigo concentró toda su energía en el intento, pero el rebote fue considerable, pero con tal tino que le golpeó muy cerca de uno de sus ojos, abriéndole la piel pero sin mayor daño que el susto en los dos niños y el regaño monstruoso de los adultos. El cuchillo, consignado; el amigo, castigado; el resto del fin de semana, mortalmente aburrido para Lucas. Fué brutalmente acuchillado.
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En otra ocasión, durante un recorrido por las porquerizas, la familia arrugaba la nariz con el aroma tan penetrante de sus habitantes. Dado que las paredes de cada cubículo eran altas a suficiencia, los niños eran sentados en su orilla para alcanzar a observar a sus habitantes: puerquitos, puercas y puercotes que movían animadamente las colas rizadas y las trompas chatas, al comer. Sin embargo, la hermana menor de Lucas, subitamente perdió el equilibrio y cayó de cabeza en el interior de una de las porquerizas. El golpe fue impactante, pero mas fue ver a su pequeña hermana con nariz igual a los cochinitos, aderezado el asunto con los gritos de la hermosísima madre y los esfuerzos torpes de los hombres, que con la desesperación, no podían abirir la compuerta. Y los marranitos, como el chinito, "nomás milando".
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Y en otra de las visitas, las cosas no se quedaron atrás. Uno de los habitantes lógicos y naturales en el rancho, eran los caballos. Después de mucho insistir, Louis Vernier consiguió que Doña Lupita aceptara cabalgar. Así que el caballo más dócil fué preparado con una montura suave y mullida. Con un miedo galopante (claro, muy ad-hoc) se acercó la hermosísima Madre de Lucas, bajo la atenta supervisión de su marido, el recio ingeniero Saint-Martin. El caporal sostenía la brida y le mostró a Doña Lupita como subir, presentándole el estribo. Al levantar e insertar el pie derecho, el caballo corrigió su ubicación dando un ligero paso hacia atrás, con tal tino que, depositó el casco sobre el pie izquierdo de su bella amazona. Resultado: fractura en el pie.

El Volador, era peligrosón, qué caray...

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