viernes, 7 de enero de 2011

EL FUMARIUM. Villa Lucha.


¿Te imaginas lo que Pancho Villa les habría hecho a los narcos? Si es que no lo sabes, si es que no conoces la vida del Centauro del Norte, más vale que te acerques a los libros que relatan sus pensamientos, ideas y acciones, ya que cuando tomaba algún pueblo proscribía la venta de bebidas alcohólicas pues consideraba que ese era el camino más fácil a la degradación social. Y las drogas, su continuación. Así que no se esperaría a que algún juez (que están a la venta y fácilmente permiten la liberación de criminales) tomara el caso, él pasaba por las armas a éstos sátrapas por considerarlos parásitos sociales que destruían el tejido social.

Pues tras cien años de su aparición en la tierra, Villa lucha ahora contra los Zetas. Carlos Villa es sobrino-nieto de Doroteo Arango, mejor conocido como Francisco Villa, el revolucionario más carismático y que los que conocen al nuevo Villa, dicen que heredó mucho de su antecesor: malhablado, norteño, de educación marcial y con una fiel perra bóxer, Villa combate al narcotráfico de Torreón, la capital coahuilense, en donde es el jefe policiaco.

Sin embargo, tal vez no sean los delincuentes el principal problema del heredero del "Centauro del Norte", sino sus propios policías, varios de los cuales fueron removidos por Villa por presuntos nexos con el narcotráfico. En marzo del año pasado, casi la totalidad de la fuerza pública inició una huelga para exigir la destitución del general. El alcalde tuvo que escoger entre despedir a casi todos los policías y dejar la ciudad a merced de los grupos de narcotraficantes o deshacerse de Villa y mantener a funcionarios corruptos en la calle. Optó por expulsar a los policías.

"Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida", comentó el alcalde Eduardo Olmos para The Wall Street Journal. "No es que nuestros policías no lucharan contra los criminales; es que eran los criminales", dijo. Para Villa y el alcalde uno de los principales problemas es el salario de los policías, quienes son comprados por unos cuantos pesos más. Por ello, se les aumentó el sueldo y se les otorgan becas a sus hijos para estudiar en escuelas privadas.

Sin embargo, el sobrino-nieto del revolucionario no está en paz, pues la traición se encuentra a la vuelta de la esquina. Dos de sus guardaespaldas desaparecieron en los meses posteriores a la huelga y otro fue secuestrado, torturado y ejecutado. Su cabeza fue expuesta frente al cuartel de policía.

El general ahora cuenta con un contingente de 60 ex soldados o en servicio activo. Ninguno es de Torreón. Todos viven en el cuartel de policía y se aventuran en la ciudad sólo cuando salen de patrulla. Villa vive en una habitación junto a su oficina, con un colchón, una máquina de ejercicios y una perra bóxer llamado Chata. "He visto más acción que en toda mi carrera en el ejército", asegura el general.

A pesar de que el general prohibió a sus agentes utilizar celulares, puesto que con éstos los uniformados alertaban a los Zetas de las acciones policiacas y ante ello, le pidió a los residentes a que denunciaran los delitos a su propio teléfono celular porque el número de emergencia de la ciudad era usado por policías corruptos para emprender represalias.

Así, a cien años de la Revolución, el sobrino-nieto del legendario revolucionario contesta al teléfono, "el General Villa, a sus órdenes."

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