viernes, 28 de enero de 2011

DE LA CAVA DEL PATRÓN. Rally.


En 1974, llegó el día en que Lucas cumplió 14 años. A pesar de que su cumpleaños sería en lunes, decidió que quería una fiesta el sábado anterior, el 26. Planeó cuidadosamente los detalles concernientes a la diversión pues la parte de alimentación correspondía a su hermosísima Madre.

Habría que cuidar detalles desde la llegada de sus amigos y compañeros de la escuela, eran ambos los invitados más importantes: unos de aventuras y diversiones en libertad y los otros, colegas en encierro. La cuestión a resolver más importante era que hacer para que pasaran un rato agradable y no se aburrieran, que exactamente el lunes cuando sería su cumpleaños real no se hablara en los pasillos, recreo ni el salón que Lucas aburrió mortalemente a todos.

Se devanó los sesos analizando las posibilidades hasta que una luz ligera y tenue asomó en su cerebro. Las neuronas daban el resultado correcto al enigma y poco a poco tomó forma la idea central. Formaría parejas que en conjunto resolvieran los planteamientos que les llevaría a la siguiente prueba. Eso era, un rally a pie, con artículos escondidos alrededor de su casa, en la calle, en los arbustos, entre las piedras y cruzando los terrenos baldíos. Así podría entregar en un sobre cerrado la siguiente pista a resolver mientras se empleaba una buena dosis de astucia, conocimientos y el correr apresurado para emplear el menor tiempo, pues un premio muy codiciado sería entregado a la pareja ganadora.

Faltaba solamente determinar esa zanahoria que llevaría a sus invitados a transcurrir emocionados la prueba completa. Después de consultar con su progenitora y recibir propuestas muy adultas, se concentró Lucas en aquello que podría llegar a ser apetecible por sus compañeros y coetáneos.

Pensó y pensó, analizó y volvió a pensar. Era indispensable que surgieran propuestas válidas y factibles, pues el tiempo corría y no había creado algo sustancioso de pistas y enigmas para el rally. Pero un día inefable en que se vió arrastrado por su hermosísima Madre al supermercado, encontró la solución: la convenció de adquirir dos ejemplares de "El Principito" que serían entregados a los ganadores. Así pudo dedicarse a construir los enigmas asesorado por varios volúmenes de su inseparable enciclopedia "Salvat" y el ingenio necesario para ocultar en los sitios circundantes a su casa los objetos que cada equipo debía descubrir. Escribió los mensajes que encerró en sobres solicitados a su Padre, el recio ingeniero Saint-Martin.

Y con todo lo necesario creado, colocado y escondido, llegó el día esperado. Las parejas fueron formadas, los primeros sobres cerrados y engomados, entregados. De dos en dos, salieron corriendo en todas direcciones hasta concluir el evento. ¿Quien ganó? Lucas no lo recuerda, pero ni falta que hace, pues la respuesta sigue viva en su mente.

TODOS. Todos se divirtieron horrores y durante la semana el tema central en su escuela fué lo bien que la pasaron durante el decimocuarto aniversario de Lucas.

Bien hecho.

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2 comentarios:

A las 29/1/11, 7:06 , Anonymous Rosa ha dicho...

Wow! Todo eso organizo Pita!!!!! Suena taaan divertido! luego me tendra que pasar los tips!!

 
A las 30/1/11, 4:31 , Blogger LUCAS ha dicho...

Hola, Pita organizó la comida, el rally, pues el festejado. Besitos.

 

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