viernes, 23 de abril de 2010

EL FUMARIUM. Cancún es Cuarentón.

Durante ésta semana, la ciudad de Cancún cumplió 40 años de vida, de haberse creado. Y de esos 40, 25 los he vivido ahí, la mitad de mi vida ya que tengo 50. Llegar en 1984 fue aterrizar en un sitio mágico, curioso y en franca lucha por ser ciudad, pues jamás fué pueblo.

Había muy pocas opciones de compra de víveres, tan sólo un supermercado (San Francisco de Asìs), un intento de otro (Super la Glorieta), un remedo de Conasupo, una tienda del ISSSTE extraviada en el archivo muerto del ayuntamiento y el mercado 23. Y si no había leche en San Francisco de Asís, no había leche en Cancún. Mis hijos, crecieron con leche danesa de marca KLIM (milk al revés), queso holandés, mantequilla danesa y muchos productos importados que tenían mayor seguridad de existir que una manzana en el super.

Fué el tiempo de un Cancún sin un sólo semáforo, donde era preferible caminar que usar el coche para visitar a los amigos, sin teléfonos en la calle ni en casa. Por supuesto que no existían los celulares. Un sólo diario, NOVEDADES de Q. Roo y un loable esfuerzo por la comunicación impresa gratuita: El Caracol. Dos estaciones de radio, Radio Cancún del Vate López Méndes (hoy Mix FM de Grupo Acir) y Radio Cultural Ayuntamiento (único gobierno municipal con estación de radio), hoy deformada por Greg Sánchez en un engendro de lo que su mente pastoril acepta.

Los circos eran la única diversión pues el cine sólo se daba en ocasiones en el domo del antiguo centro de convenciones que se llevó el huracán Gilberto años después.

Noches tranquilas y frescas, pero las noches caribeñas ocurrían en sábado en el parque de Las Palapas (que hoy carece de palapas), tardes de miércoles de concierto de la banda municipal en la explanada del ayuntamiento, mucha lectura y poca tv. Tiempo en que todas las playas eran accesibles, los hoteles aceptaban a los locales y no había narcocriminales, narcopolíticos ni narcosatánicos.

Un tiempo en que existió la posibilidad de formar una ciudad ejemplar, en tiempos modernos ver a una ciudad fundarse, todo eso se fué al caño por la avaricia y el cero compromiso de sus gobernantes, lo que nos ha dejado ahora una pesadilla de aquel hermoso sueño.


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