viernes, 9 de abril de 2010

CABEZA DE CUENTO. La Otra.


Recordé la nochecita anterior: después de la cena, las copas, llegar y encontrarla ahí, reposada. No quise encender la luz por no incomodar, así que en silencio me desvestí, me puse medio pijama y al entrar a la cama la desconocí; era más alta, un poco más voluminosa y olía diferente. Permanecí quieto unos minutos, pero no logré conciliar el sueño; no era ella definitivamente.

Una hora después, ya desesperado, extendí la mano y con leves movimientos desperté a mi mujer, -¡Oye, ésta no es mi almohada!

Pedro A. González.

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