viernes, 6 de noviembre de 2009

DE LA CAVA DEL PATRÓN. Autosaque.

Cuando Lucas siendo niño jugaba al futbol en el club Mundet de la ciudad de México, muchos acontecimientos le llegan a la memoria y además, en tropel. Su equipo no era el mejor, ni nunca lo fué. Sin embargo, sus entrenadores siempre le asignaron la tarea de liderarlo en el campo ya que era el encargado de ejecutar los tiros penales y los saques de banda.


Precisamente, ésta última le dió a nuestro niño una anécdota que cuando la rememora, no puede evitar una sonrisa por lo peculiar del asunto.

Ese sábado inició tal cual lo hicieron muchos, con la rutina del despertar un poco más tarde que entre semana, bajar a desayunar aún vestidos con ropa de cama, el recio Ing. Saint-Martin leyendo su periódico, Lucas buscando de inmediato la página de deportes y el resto de la familia acomodándose en la mesa del antecomedor.

La salida al club también fue rutinaria, hasta la lucha por ganar control en la radio del auto. La mañana le cedió el paso al medio día y después de comer en el jardín plagado de eucaliptos, Lucas se vistió para el juego de ese día. Inició sus ejercicios de calentamiento con el resto del equipo, se diseñaron la estrategia y alineación para pronto verse iniciando el juego. La batalla era frenética y las fuerzas, equilibradas.

Antes del final de la primera mitad, sale el balón por la banda derecha de Lucas, al medio campo. El niño corre por la bola y sus compañeros toman posiciones ya que todos saben que vendrá un saque de manos con fuerza suficiente que llegará hasta el área rival.

El niño se prepara, toma un fuerte impulso de tres pasos, con el balón entre ambas manos lo lleva hacia atrás de la nuca y con un esfuerzo tremendo, lo lanza al frente. Sin embargo, tan sólo las manos se proyectaron pues la bola se le resbala y queda en sus pies. Aturdido y confundido, Lucas busca instrucciones en el árbitro, quien le indica inmediatamente que siga la jugada con los pies, a lo que Lucas obedece y patea el balón en un centro largo al área rival, anotando uno de sus compañeros.

Y por dentro, Lucas ríe desaforadamente, pues consiguió que su equipo anotara, en un autosaque de banda.

Nunca lo ha vuelto a ver, ja.

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