viernes, 3 de abril de 2009

DE LA CAVA DEL PATRÓN: Lucas y su Hermosísima Madre

Lucas estuvo en casa de su hermosísima Madre hace un par de semanas. Y vivió una aventura por demás subrealista, impropia de un país como México. Es más, impropia de cualquier país de avanzada. Que suecos, que noruegos, que suizos,¡que carambas! Jamás en en éste planeta se ha visto semejante cosa.


Para no provocar conjeturas a-priori, permítaseme relatar el asunto. La necesidad de los trámites por la muerte del recio Ing. Saint-Martin, obligaba a Doña Lupita a presentar un acta de matrimonio actualizada, es decir posterior al fallecimiento. Y el sitio para ello, era el mismísimo centro de la capital del país, sede del Registro Civil, en Arcos de Belén. Vaya nombre para registrar nacimientos, ¿habrá sido con todo propósito el llamar así a la calle para albergar al Registro Civil? ¿Pusieron al RC en esa calle para propositarlo? ¿Fue una coincidencia sin intervención humana?

El periplo obligaba a partir desde el Lago de Guadalupe, (para los que desconocen el sitio) al norte de la ciudad de México, pero muy al norte. Y la meteorología social anunciaba tormentas fuertes provenientes de cinco marchas partiendo desde distintos puntos de la ciudad, lo que provocaría una trombosis grave en la circulación vial.

Así que en cónclave de dos, Lucas y su hermosísima Madre decidieron no llevar el automóvil hasta el corazón del país. Su mejor opción sería tomar el tren sub-urbano, lo que desataría lo increíble, lo inaudito.

Después de abrirle la puerta del auto a su bellísima Madre en la entrada de la estación LECHERÍA del tren sub-urbano, Lucas llevó el auto a estacionar al fondo de una calle polvosa, donde un hombre mayor recomendó la forma de dejarlo. A paso veloz, alcanzó a Doña Lupita y se dirigieron a la escalera eléctrica que conduce a las taquillas y torniquetes de acceso. Sin embargo, al primer guardia de seguridad que se les cruzó en el camino, le solicitaron una silla de ruedas para que la creadora de la vida de Lucas pudiera recorrer los largos andenes sin penar. El guardia de inmediato tomó su radio y le espetó: "Antento pareja, paaaaaaaaareja. Necesito un 24 para una 38 (vaya nombre para la respetable) acá en el 64, ¿copiastes?" Ja, copiastes, venistes, trajistes, llegastes, todo se cierra con esa fantástica y ancestral "ese".

En breve, llegó "el pareja" conduciendo una silla nueva, impecable. Doña Lupita fué asegurada y conducida a los torniquetes especiales y dirigida al ELEVADOR PARA DISCAPACITADOS. Y si, la estación tiene un elevador que mueve a los ancianos, discapacitados y mujeres embarazadas de arriba a abajo y viceversa. I-NAU-DI-TO pero cierto. Y el guardia, no permitió a Lucas tocar la silla. Él condujo. Incluso, llevó al binomio Madre-Silla hasta el tren cuando arribó a la estación, la colocó en el sitio apartado para el propósito y le cerró el cinturón de seguridad. Y el guardia, al lado de la silla haciendo el viaje con los dos.


El arribar a la terminal llamada "BUENAVISTA", desarmó el cinturón de seguridad y tomó nuevamente el mando de la silla hasta bajar por las rampas y para aumentar el asombro de Lucas, llevó a Doña Lupita HASTA LA MISMÍSIMA BANQUETA DE LA CALLE. No solamente no permitió que nadie tocara la silla desde que ella la abordó, la entregó hasta donde acaba la estación. Algo jamás visto. Bien, muy bien por ellos.

Si bien, el impacto que provocó el servicio del tren sub-urbano era por mucho para desencajar de por vida la quijada, el entrar al Registro Civil y el tiempo que duraron el dúo Madre-Hijo, era algo para lo que nunca pudieron estar preparados. Entrar, preguntar por las ventanillas para adultos mayores, discapacitados y mujeres embarazadas, hacer cola, solicitar las copias del acta de matrimonio y estar de nuevo en la calle, llevó tan solo diez minutos. DIEZ MINUTOS. ¿Qué se puede hacer en diez minutos? Pues para ellos, obtener cuatro copias actualizadas del acta de matrimonio de Doña Lupita y Don Pepito.

Al regresar a la terminar del tren sub-urbano, otro guardia de inmediato atendió la solicitud de la silla de ruedas, que Doña Lupita abordó y fue conducida A UNA RAMPA ELÉCTRICA para llevarla al nivel del anden. Carambas, las sorpresas del dia los llevaban al borde de un paro cardíaco.


Fue conducida por el guardia hasta el tren y asistida a sentarse adecuadamente , recibiendo la promesa de que en la estación LECHERÍA le esperaría otra silla. Y ¿saben qué pasó? Una silla la recibió al salir del tren y la condujo hasta la mismísima acera en el exterior de la estación.


Estas son las cosas que pueden reconciliar al país, a la población. Son esfuerzos que deseamos fervientemente que no se extravíen en el camino. Ya quiero imaginar a un empleado inglés, francés o español del tren que se desviva por conducir a una persona de edad avanzada a lo largo de su trayecto en silla de ruedas y le lleve hasta el límite de la estación.

Caray, Lucas y su hermosísima Madre, vivieron un México Mágico.

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2 comentarios:

A las 4/4/09, 19:03 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Que gusto escuchar tan buenas noticias en este pais plagado de ejecuciones, narcos, levantones, etc. Que increible!

 
A las 4/4/09, 21:27 , Blogger LUCAS ha dicho...

Mi apreciable anónimo.

Francamente, leer, oir, saber o recibir un relato como éste es un asunto de credibilidad débil.

Pero Lucas lo atestiguó en carne viva, a ojos vistas y por todos los poros de la piel.

Así que sí, de acuerdo contigo, increíble pero cierto a pesar de los hechos tan asquerosos que nos rodean perioística y dvivencialmente hablando.

Pero fué cierto.

Saludos y gracias por tu visita.

 

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