viernes, 22 de octubre de 2010

EN EL METNAL. Cobardía.



Durante ésta semana se aprobó un incremento importante en el impuesto que grava a los productos de tabaco, principalmente a los cigarrillos. Y desató una gran polémica que culminó con la amenaza de las dos tabacaleras que dominan no sólo el mercado nacional, incluso el mundial: Philip Morris y British American Tobaco.

Pero desmenucemos un poco el asunto para entenderlo mejor. Primero, ¿por qué aumentar el impuesto al tabaco?

Inicialmente, es necesario razonar que el tabaco, aunque es un producto que genera empleos y riqueza, no aporta absolutamente nada al bienestar de ninguna sociedad. Al contrario, es un veneno que mata a una cantidad muy importante de individuos. No nutre, no sana, no desinfecta, no limpia. Al contrario, lastima, contamina, genera bióxido de carbono y merma la salud de quienes lo consumen y de los que se ven obligados a recibir los humos de los consumidores. El secretario federal de salud, José Ángel Córdova asegura que se gasta más en atención a la salud de los fumadores que los recursos que en impuestos aportan las compañías tabacaleras y que el impuesto de 7 pesos adicionales a cada cajetilla de cigarros tendrá un fuerte impacto favorable en la salud y se podrán evitar entre 40 y 60 mil muertes anuales en México. Duro el argumento, ¿verdad?

En segundo lugar, es importante anotar que para desincentivar su consumo, el aumento al impuesto es una buena vía, además de incrementar la recaudación en caso de no bajar la venta. El país necesita esos ingresos y que mejor que sean al través de una práctica tan deplorable pero socialmente aceptada aún (cada vez menos popular).

Hasta ahí, es posible justificar el incremento en su impuesto.

Ahora bien, la reacción de las tabacaleras se da en un sentido muy estricto de negocios. Sin importarles tú salud o la mía, amenazaron a México con retirar sus inversiones pues no ganarán el dinero que antes ingresaban, ya que mermarán sus ventas y se les obligará a pagar más al erario público. Pero si se pone en el contexto social, la cobardía de esas transnacionales (bueno, es una característica común a todas) es presionar para que les sigan dejando medrar con la economía nacional, a costa de nuestra salud por el hecho vulgar de engordar las cuentas de la empresa y de sus inversionistas.

Viéndolo así, se comprenden éstas cifras: se venden 2 mil quinientas millones de cajetillas anualmente en el país lo cual le aporta al erario nacional la cifra de 23 mil millones de pesos en impuestos. Mucha lana, con el aumento de 7 pesos en el impuesto, entrarán 17,500 millones más, lo cual elevará la recaudación a 40,500 millones de pesos. Pero si se compara con lo que gasta el país en atender a los enfermos directos e indirectos expuestos al humo venenoso del tabaco, la cosa se queda corta. El secretario Córdova reveló que México gasta en atender a los enfermos del tabaco la cantidad de 45 mil millones como tope. Así que hay que sacar de algún otro lado 4,500 millones para seguir atendiendo a los mensos que fuman y que le hacen el juego a las tabacaleras.

Muy inteligente el asunto, esas transnacionales le sacan mucha lana a una actividad tonta, contaminante y que afecta la salud incluso de los infantes; pero no quieren que se les toque ni un centavo de sus ganancias aunque sean responsables de crímenes (yo les llamo criminales) contra mexicanos (con el impuesto se calculan salvar a unos 60 mil fumadores) pero incluso otras actividades deben aportar dinero para atender a los afectados. Como puedes ver, los legisladores se quedaron cortos.

Así que si amenazan con retirar sus inversiones, por mi, que se larguen y jamás regresen. No extrañaremos sus 40,500 millones de pesos en impuestos, más bien ahorrará el país 4,500 millones de pesos por el déficit en atención a enfermos.

Y tendremos aire más limpio.

He dicho.

Etiquetas: ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio