sábado, 31 de julio de 2010

DE LA CAVA DEL PATRÓN. La Tía Lupe.


El recuerdo galopó a la mente de Lucas y lo remontó muchos años atrás en su vida, cuando se asomó la imágen de su tía Lupe. Mujer soltera, algo tímida y encantadora con el niño, era feliz haciéndolo feliz. Varios fueron los momentos que revivieron esas épocas en Lucas:

- Cada ocho días, en domingo cuando visitaban la casa de los abuelos ella se encargaba de tenerle varios ejemplares de comics, nuevecitos a Lucas. No permitía que nadie los leyera a excepción del escuincle, quien los tomaba de su mano al llegar previo beso y agradecimiento (so pena de castigo materno) y corría a la sala, se sentaba en ellos para que nadie más los hojeara antes y los devoraba. Uno a uno los iba soltando y caían en manos de los demás infantes.

- La tía Lupe gozaba plenamente llevando a Lucas al cine pero las películas escogidas distaban mucho de sus caricaturas favoritas, pero gracias a eso conoció aventuras en Krakatoa, al Este de Java cuando el volcán estalló por los aires, las peripecias de Ben-Hur o las de Espartaco y Kirk Douglas o los safaris africanos dejando estampado en la mente fértil del niño cuando un enorme rinoceronte ponía llantas arriba a un jeep de intrépidos cazadores, cosa que le encantó a esa mente pueril.

- El niño paseó de la mano de su tía Lupe por varios sitios pues los recuerdos que llegaron en avalancha hace unos días al viejo Lucas, le refrescaron momentos en que lo llevó a Acapulco, Ixtapan de la Sal e incluso Puerto Vallarta, en algunos trechos por tren asunto extinto en éstos días.

Definitivamente, para Lucas, su tía Lupe forjó una imágen materna y así la conserva y atesora en su recuerdo, como su segunda madre acompañando al primer amor de su vida: su hermosísima Madre que aún está en éste planeta; la tía Lupe, no.

Ay, la nostalgia...

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