DE LA CAVA DEL PATRÓN. Telepatía.
Durante sus primeros dos años de la educación primaria de Lucas, los juegos eran su momento preferido del día. Era el instante en que liberaba su imaginación y ansias de diversión.
Precisamente en uno de esos días en que se le revelan asuntos nuevos y trascendentales en la vida de cada quien, a Lucas le revelaron la capacidad de comunicación cerebral a distancia: la telepatía. No recuerda exactamente su fue en un programa televisivo, en un libro pero está seguro que durante las clases que impartían monjas acartonadas y maestros con olor a formol, no le fue revelado secreto tan preciado.
Con ese nuevo portento en su mente, forjó con su amigo Quique la fantasía abundante y emocionante de hacer uso del nuevo talento. Decidieron que era momento de que formaran parte del mejor equipo de espías que el planeta y su historia hubiesen conocido. Cabe aclarar en éste punto que tan sólo veinte años antes se había firmado el armisticio de la segunda guerra mundial por lo que era común encontrar en la televisión, sobretodo de orígen gringo, que los enemigos de los libertadores hablaban con acento alemán, vivían en ciudades con nombres soviéticos o eran desalmados con aroma japonés.
Las líneas de la historia fueron establecidas entre Quique y Lucas, acordaron el inicio del novelón durante su infiltración a las barricadas de los malos y para que fuese más verosímil el asunto, cada uno ocupò su lugar en las barracas: tambos de basura, llenos de papeles arrugados y uno que otro material pegajoso de orígen incierto.
Para que la telepatía pudiese ser correcta, había que advertirle al otro que era lo que transmitiría: -voy a pensar que el enemigo está comiendo en éste momento- gritaba un tambo de basura al otro. -Muy bien, yo te aviso en cuanto salgan del comedor- respondía rápidamente el receptor, al tiempo que ambos se tomaban las sienes como señal de mensaje enviado o recibido.
Pero su comunicación fué interceptada por un avispado prefecto, que al notar que los dos pequeños ocupaban sendos tambos de basura, decidió dar por concluído el experimento y sacó de un tirón a cada uno, los obligó a recoger basura del patio en castigo y les hizo prometer que la telepatía era asunto diabólico.
Exactamente ahí y en ese preciso instante les fueron extirpados los dones de comunicación cerebral a distancia.
Y es que hay quienes carecen de imaginación, Ay, Dior...
Precisamente en uno de esos días en que se le revelan asuntos nuevos y trascendentales en la vida de cada quien, a Lucas le revelaron la capacidad de comunicación cerebral a distancia: la telepatía. No recuerda exactamente su fue en un programa televisivo, en un libro pero está seguro que durante las clases que impartían monjas acartonadas y maestros con olor a formol, no le fue revelado secreto tan preciado.
Con ese nuevo portento en su mente, forjó con su amigo Quique la fantasía abundante y emocionante de hacer uso del nuevo talento. Decidieron que era momento de que formaran parte del mejor equipo de espías que el planeta y su historia hubiesen conocido. Cabe aclarar en éste punto que tan sólo veinte años antes se había firmado el armisticio de la segunda guerra mundial por lo que era común encontrar en la televisión, sobretodo de orígen gringo, que los enemigos de los libertadores hablaban con acento alemán, vivían en ciudades con nombres soviéticos o eran desalmados con aroma japonés.
Las líneas de la historia fueron establecidas entre Quique y Lucas, acordaron el inicio del novelón durante su infiltración a las barricadas de los malos y para que fuese más verosímil el asunto, cada uno ocupò su lugar en las barracas: tambos de basura, llenos de papeles arrugados y uno que otro material pegajoso de orígen incierto.
Para que la telepatía pudiese ser correcta, había que advertirle al otro que era lo que transmitiría: -voy a pensar que el enemigo está comiendo en éste momento- gritaba un tambo de basura al otro. -Muy bien, yo te aviso en cuanto salgan del comedor- respondía rápidamente el receptor, al tiempo que ambos se tomaban las sienes como señal de mensaje enviado o recibido.
Pero su comunicación fué interceptada por un avispado prefecto, que al notar que los dos pequeños ocupaban sendos tambos de basura, decidió dar por concluído el experimento y sacó de un tirón a cada uno, los obligó a recoger basura del patio en castigo y les hizo prometer que la telepatía era asunto diabólico.
Exactamente ahí y en ese preciso instante les fueron extirpados los dones de comunicación cerebral a distancia.
Y es que hay quienes carecen de imaginación, Ay, Dior...
Etiquetas: 20100305, DE LA CAVA DEL PATRÓN
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