viernes, 1 de mayo de 2009

DE LA CAVA DEL PATRÓN: Accidente en Avalancha


Lucas tuvo la magnífica idea de hacer un slalom sobre los carritos de ruedas que poseían sus amigos y él. En una calle empinada, había todo lo que hubiesen deseado: inclinación severa, ausencia de tránsito por estar todo en construcción, montañas de arena y obstáculos al por mayor.

Una tarde de sábado se preparon para lo que prometía sería una carrera emocionante. Se trazaron las rutas y se hicieron las parejas para la competencia. Cada uno tripularía su carrito y competiría contra otro. Después de medirse con todos, se harían las eliminatorias hasta dejar la gran final con sus dos competidores.

El nombre del carrito de Lucas no era simplemente uno comercial, tenía que ver con la velocidad que desarrollaba. No en balde tenía el freno mas poderoso y el nombre mas impactante: AVALANCHA.

Uno a uno, se midieron los competidores y se decidieron los ganadores. Finalmente, Lucas se midió con su cuate el Calaca, mas tarde conocido como Pompillo. Su carretón hecho de una cimbra no desarrolló el arranque que logró Lucas tripulando su Avalancha y rápidamente lo dejó atrás, coronándose como el máximo ganador al cruzar la meta derrapando y deteniendo su carrera loca en una montaña de arena.

A manera de broche de oro, todos pidieron que Lucas descendiera desde el punto mas alto para observar la velocidad que podía desarrollar sobre su bólido. El chico consintió en hacer la demostración pero pidió que se retiraran los obstáculos pedregosos mas grandes, ya que la velocidad proyectada no permitiría giros bruscos.

Una vez preparado el camino, Lucas se sentó sobre el misil, inició su descenso emocionado y trabó firmemente la dirección. A medio camino, observó como Joaco, su amigo, corría paralelamente llevando una gran piedra en la mano. Lucas le gritó que no arrojara nada, pero haciendo caso omiso, Joaco intentó poner la piedra en el frente del bólido. Con un movimiento rápido, Lucas desvió a suficiencia su Avalancha, provocando con ello que volcara, siendo arrastrado en la loca carrera hasta una montaña de arena.

Maltrecho por el revolcón, observó como emanaba sangre de un costado pues la cadera se había tallado contra el pavimento provocándole una quemadura de tamaño considerable. El dolor no le impidió sacarle el "Mole" de la nariz a Joaco y ambos, ensagrentados, llegaron a sus respectivas casas para curación.

Esa fue la única tarde de carreras de carritos. Fueron prohibidas en descenso, por lo que a partir de esa fecha, se hicieron circuitos en la calle, pintados con terrones de cal fraguada.

Y a la fecha, la cicatriz en la cadera de Lucas se muestra con orgullo, pues fue ganada dignamente en batalla.

Y a su hermosísima Madre, una cana mas...

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