viernes, 4 de febrero de 2011

EN EL METNAL. Fuenteovejuna.


Para quien no conozca Opopeo, es menester decir que es un pueblo michoacano de 15,000 habitantes y se dedica al comercio, a la agricultura y a trabajar la madera. Es un pueblo tranquilo como muchos de la región, con gente pacífica y dedicada a sus menesteres.

Pero un día, el primer susto llegó hasta ellos en varias camionetas sin placas y con vidrios polarizados. De cada vehículo descendieron cuatro hombres armados que visitaron por lo menos a 15 muebleros. De eso hace tres años, cuando todos se preparaban para festejar el 25 aniversario de la secundaria de este pueblo michoacano. Los hombres, que se identificaron como integrantes de La Familia Michoacana, les dijeron que tenían que “cooperar” porque les brindarían protección.

Uno de los muebleros recuerda que los hombres armados pasaron taller por taller, pedían 10 mil pesos, según el tamaño. “Les dijimos que no teníamos ni para comer, ni para pagar la luz”. El comando les informó que en los próximos días organizaría una reunión a las afueras del pueblo para discutir lo del pago por “protección”, y se marchó.

Aquel episodio cambiaría la historia en Opopeo, que se ubica entre las ciudades de Morelia y Uruapan, en el bajío. Hoy, este pueblo y las comunidades vecinas de Santa Clara del Cobre, San Gregorio, Santa Juana y Tepetate forman “la resistencia”, y cada vez que son visitados por presuntos integrantes de La Familia Michoacana se reagrupan para exigir la presencia de autoridades federales para que los protejan.

Dado que el pueblo iba a la deriva por falta de autoridad, por primera vez en la historia violenta de Michoacán, el miedo logró que los pobladores crearan su propio sistema de protección: Opopeo había tomado la iniciativa de armarse. Los pobladores comenzaron a comprar armas para su protección, pero el año pasado el Ejército cateó hogar por hogar para decomisarlas. “Como si hubieran estado de acuerdo, al día siguiente de que vinieron los militares llegó otra vez esa gente”, dice otro habitante.

Pareciera que en Opopeo y en sus comunidades vecinas no ven otra opción ante los embates del crimen. “La solución la tenemos los pobladores. Qué más quisieran el gobierno o el presidente Felipe Calderón, someter a los mafiosos, pero no se puede. Lo único que nos queda es organizarnos para defendernos, porque no sólo somos nosotros, es todo el país”, dice un miembro de la resistencia.

Así que ¿quien mató al comendador? Pues Fuenteovejuna, señor...

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