viernes, 1 de octubre de 2010

Especial 7. El Regreso.

Tomaron el autobús en punto de la medianoche, ocupando sus lugares. El chofer se acomodó y encendió el motor, apagó las luces e inició el viaje de 7 horas hasta la Perla de Occidente. Una película distrajo a Lucas de su deseo de dormir, el volúmen elevado le obligó a colocarse sus audífonos mientras su suertudota se aislaba con los tapones de oídos del marido. Después de ver una de las películas peor escogidas para el momento por lo escandaloso y de tema infantil a pesar de no haber un sólo niño en el viaje, arribaron a Guadalajara.


Aún escaseaba la luz solar cuando un taxista impetuoso los condujo a tumbos hacia el centro y un restaurante donde pudieran acomodar el equipaje y comer algo decente.


Un par de horas estuvieron sentados hasta que llegó el momento de caminar por las calles tapatías.


Arrastrando las maletas por los lugares que visitaron, recorrieron la larga explanada que parte desde palacio de gobierno hasta el Hospicio Cabañas.

Fuentes, arquitectura, esculturas, música y gente proporcionaron el motivo ideal para divertirse durante tres horas que tenían disponibles antes de llegar al aeropuerto.


En el puerto aéreo, se encontraron con el Gallito y su familia aprovechando bien el tiempo comentando sus andanzas e intercambiando chistes.

Una vez a bordo, sintieron Lucas y su suertudota que ya estaban concluídas las aventuras, se reclinaron para pensar en lo hecho y lo visitado. El aterrizaje fue normal y David, vecino y amigo estaba presto a buscarles para dejarles en casa y descansar el esqueleto.


¡Vaya periplo!

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