viernes, 22 de abril de 2011

CIBERTECNIA. Otro Big Brother.


Si la intención es de uso interno, o bien sea para generar un negocio más, el uso de la información personal emana como derecho desde el individuo y quien se apodere de ella sin su consentimiento, debe ser detenido en esa acción en primer lugar y en segundo, sancionado. Y si acaso, en tercero deberá resarcir el daño al afectado. Sin importar su intención.

El hecho está sucediendo todos los días con millones de usuarios de iPhone y iPad 3G de Apple que conservan en un archivo secreto los sitios visitados por el usuario sin que éste tenga conocimiento. Se almacena en un archivo oculto y no cifrado. Dos expertos en seguridad llamados Alasdair Allan y Pete Warden lo dieron a conocer en ésta semana.

Expusieron que con el software adecuado es posible determinar con precisión los lugares visitados por quien usa el teléfono o tableta Mac, sin que Apple haya comentado algo sobre la nota. Sin embargo, en el acuerdo que se firma intrínsecamente con el uso de esos dispositivos al adquirirlo y ponerlo en marcha está contemplado el asunto. Se menciona ahí que "para poder comprender mejor el comportamiento de los clientes y mejorar nuestros productos y servicios, es posible que cuando un producto de Apple sea utilizado recolectemos información como ocupación, idioma, código postal, código de área, número único de dispositivo, ubicación y huso horario".

Si bien el acuerdo tiene valor legal, por razones elementales las personas debieran estar protegidas en sus actos diarios por encima de contratos y convenios particulares, como en éste caso en que si tienes y usas un iPhone o iPad, tus movimientos quedan registrados para uso de Apple, para su conveniencia y sin tu conocimiento y aprobación conciente.

¿Huele ésto a Big Brother? Para mí, apesta.

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