DE LA CAVA DEL PATRÓN: El Primer Cigarrillo
Lucas, teniendo once años salió con sus amigos una tarde de verano, de esas de vagancia cuando no hay clases. sin rumbo fijo, sin nada en mente; caminaron perezosamente en competencia para ver quien decía la mayor tontería. Al cruzar un lote baldío, uno de ellos vio en el suelo una cajetilla tirada de cigarrillos.
¡Ole! -gritó- estos son de lechuga. Y por la inocencia mezclada con la ignorancia de la edad, todos lo creyeron. La cajetilla en cuestión era de marca "TRUE", ni siquiera nacionales, con un extraño filtro triangular. La tarde tenía ya un objetivo: fumar por primera vez.
Corriendo y escondiendo la cajetilla, se internaron en el baldío fuera de la vista de los adultos. Nerviosamente, se abrió el paquete, cada uno tomó un cigarrillo y las miradas se encontraron cuando en silencio la pregunta flotó en el aire ¿quien tiene cerillos?
Uno de ellos, salió disparado hacia su casa, que era la mas cercana y sin perder un solo segundo, retornó con los fósforos. Todo estaba listo para crecer, para subir un escalón en la vida. La diferencia entre ser un niño a ser mayor, estaba entre los dedos de cada quien.
Se encendieron los cigarrillos y pronto las chupadas produjeron tos y problemas para respirar, pero aún así, todos acordaron que la suavidad del tabaco era notable.
Uno de los amigos, regañó al resto pues no era permisible hacer "buches de humo", era necesario darle el golpe. Les explicó a los inexpertos que era menester llevar el humo a los pulmones, incluso cuando era correcto, se podía hablar sin sacarlo, pudiendo exhalarlo posteriormente.
Así, se encendió la segunda ronda dedicada a darle el golpe, aumentando la tos y la agresión pulmonar. Lucas, sintió que lo estaba haciendo correctamente pues al hablar, no salió humo y pudo expulsarlo a voluntad, despues. Es más, se dió el lujo de hacer donitas de humo, hasta que sintió que los colores en la hierba empezaron a aumentar notablemente, sintió que la cabeza empezaba a girar contra su voluntad y decidió terminar con su primera experiencia fumadora.
Se despidió de sus amigos comentando que no se sentía bien y los dejó protestando ya que las voces le llegaban de lejos. Dio la vuelta para salir a la calle y cuando reaccionó, sus amigos lo levantaban de entre la hierba. Se dieron cuenta de su lividez al retirarse y siguiendolo para pedir explicaciones, vieron como Lucas se desplomaba a unos pasos, apenas.
Lo levantaron y arrastrándolo, lo dejaron sentado en la entrada de su casa, corriendo lo más ágilmente posible para evitar cuestionamientos por parte de su hermosísima Madre. Lucas recobró el aliento, el color y la visión de a poco y cuando pudo, se metió a su casa a lavarse la boca a fin de no ser pillado en la ilegalidad.
Y pensó que eso de fumar era bastante tonto, además de marearte. Fuchi.
¡Ole! -gritó- estos son de lechuga. Y por la inocencia mezclada con la ignorancia de la edad, todos lo creyeron. La cajetilla en cuestión era de marca "TRUE", ni siquiera nacionales, con un extraño filtro triangular. La tarde tenía ya un objetivo: fumar por primera vez.
Corriendo y escondiendo la cajetilla, se internaron en el baldío fuera de la vista de los adultos. Nerviosamente, se abrió el paquete, cada uno tomó un cigarrillo y las miradas se encontraron cuando en silencio la pregunta flotó en el aire ¿quien tiene cerillos?
Uno de ellos, salió disparado hacia su casa, que era la mas cercana y sin perder un solo segundo, retornó con los fósforos. Todo estaba listo para crecer, para subir un escalón en la vida. La diferencia entre ser un niño a ser mayor, estaba entre los dedos de cada quien.
Se encendieron los cigarrillos y pronto las chupadas produjeron tos y problemas para respirar, pero aún así, todos acordaron que la suavidad del tabaco era notable.
Uno de los amigos, regañó al resto pues no era permisible hacer "buches de humo", era necesario darle el golpe. Les explicó a los inexpertos que era menester llevar el humo a los pulmones, incluso cuando era correcto, se podía hablar sin sacarlo, pudiendo exhalarlo posteriormente.
Así, se encendió la segunda ronda dedicada a darle el golpe, aumentando la tos y la agresión pulmonar. Lucas, sintió que lo estaba haciendo correctamente pues al hablar, no salió humo y pudo expulsarlo a voluntad, despues. Es más, se dió el lujo de hacer donitas de humo, hasta que sintió que los colores en la hierba empezaron a aumentar notablemente, sintió que la cabeza empezaba a girar contra su voluntad y decidió terminar con su primera experiencia fumadora.
Se despidió de sus amigos comentando que no se sentía bien y los dejó protestando ya que las voces le llegaban de lejos. Dio la vuelta para salir a la calle y cuando reaccionó, sus amigos lo levantaban de entre la hierba. Se dieron cuenta de su lividez al retirarse y siguiendolo para pedir explicaciones, vieron como Lucas se desplomaba a unos pasos, apenas.
Lo levantaron y arrastrándolo, lo dejaron sentado en la entrada de su casa, corriendo lo más ágilmente posible para evitar cuestionamientos por parte de su hermosísima Madre. Lucas recobró el aliento, el color y la visión de a poco y cuando pudo, se metió a su casa a lavarse la boca a fin de no ser pillado en la ilegalidad.
Y pensó que eso de fumar era bastante tonto, además de marearte. Fuchi.
Etiquetas: DE LA CAVA DEL PATRÓN, EL PRIMER CIGARRILLO
2 comentarios:
Creo que la mayoria pasamos por este rollo, solo que mucha gente quedó atrapada, ojalá encuentren la forma de evitarlo, la ultima que me enteré es la hipnosis y segun testimonios que me ha tocado corroborar, si funciona!!!
Carlos Angel
Hola Anónimo Carlos Angel.
La curiosidad es una condición muy humana pero también mató al gato. Es verdad que sibien todos pasamos por ahí, muchos se quedaron enganchados. Cuanta razón tienes.
Y la hipnosis funciona en combinación con las ganas de dejar el vicio. Podemos preguntarle a Rosy, ¿verdad?
Gracias por tu visita y tu aportación. Saludos.
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